lunes, 28 de junio de 2010

ARBITRAJES HORROROSOS


A todos nos queda claro (ex ante y ex post los partidos mundialistas jugados el domingo) que Alemania y Argentina son selecciones estupendas, hombre por hombre y colectivamente. Que superan con largueza a Inglaterra y a México además de ser firmes candidatas al título.
Pero ¿Se pueden justificar los horribles arbitrajes del fin de semana en Sudáfrica 2010? ¿Perjudicaron seriamente las aspiraciones de Inglaterra y México?
Negarlo supondría dos cosas: o que avalamos la injusticia, la inseguridad y la improvisación; o que tenemos puestos dos enormes bistecks en los ojos.
Si la FIFA y la International Board no hacen algo (pero ya) el deporte más hermoso del mundo puede volverse ingobernable. Lo más grave de todo es que los aficionados y los jugadores se frustran. No hablamos de dos u once personas sino de millones de seres humanos en todo el planeta. Aquí hay mucho dinero de por medio.Y por lo mismo, la difusión convocante en la que se ampara el negocio del fútbol se vuelve contra sus promotores poniendo al descubierto, en tiempo real, desde el punto de vista del espectador, a través 39 cámaras de alta definición, los errores arbitrales más groseros desde que el fútbol es fútbol. 
El domingo pasado los refereés no actuaron dolosamente (con intención) ni negligentemente (dejaron hacer). En realidad estuvieron mal ubicados, lejos de las jugadas, sin la colaboración de sus líneas. Pero además, sin el coraje para interpretar el reglamento, sin la dignidad de rectificar los errores pitados. Prefiriendo la quincena a la Historia.
Así de simple.
El gol de Frank Lampard (un golazo, por añadidura) era el empate para la selección de Inglaterra que comenzaba a nivelar las acciones; que empezaba a hacerle daño a Alemania; en tanto Rooney y Gerrard salían de sus escondites imaginarios y su defensa "mazamorresca" se distendía; al lado de "Calamity" James el pésimo arquero que debiera recibir un regalo por el "Día de la Madre" a partir de ahora y todos los años de los Hooligans.
Con el beneficio de la duda que ofrecen este tipo de partidos mundialistas, un empate inglés, antes del descanso, pudo cambiar la historia del partido. El error del arbitro uruguayo Jorge Larrionda fue decisivo ¿Se jubilará?
En el match Argentina vs México, un hierro terrible del arbitro italiano Roberto Rosetti fastidió el planteamiento del técnico Javier Aguirre. Contra todo pronóstico, México dominó a la Argentina y la tuvo a mal traer (Salcido y Torrado) hasta el minuto 26 del primer tiempo. Pero un endemoniado avance de Messi terminó en un cabezazo del "Apache" Carlos Tévez, en evidente posición adelantada. Y eso fue todo.
La selección de México no pudo recuperarse. El error de Rosetti la aturdió, la descompuso, la indujo a más errores. Los players mexicanos no sabían si protestar, si mirar la pantalla del estadio, si pelear, obedecer el planteamiento del "Vasco" Aguirre o consumirse en la ira. Con setenta mil espectadores bramando en las tribunas; con doscientos mill millones de decibles de sonido salidos de las vuvuzelas volando en el viento; y con la señal de la televisión internacional registrándolo todo, debe haber sido muy difícil administrarse en ese momento a miles de kilometros de casa.
Dicen que la cosa comenzó con "La Mano de Dios" de Maradona (qué jugada para más infelíz) pero no es cierto. A propósito ¿Por qué los periodistas deportivos en el mundo siguen festejando, ponderando y comentando irresponsablemente esa jugada? ¿No merecería más bien el silencio vergonzoso? ¿Habría tenido esa jugada un efecto negativo en los jugadores ingleses, que despúes tuvieron que "chuparse" el supergolazo de Maradona? No lo sabemos. Pero se puede imaginar.
Y volviendo a los dos partidos del domingo, ni Argentina ni Alemania tuvieron la culpa. Estuvieron en la cancha, con jugadores conectadísimos, aprovechando los errores de los "soplapitos". Nada más. Por eso, en cuanto termine el Mundial, la International Board y la FIFA deberían oficializar la incorporación de los medios tecnológicos en los partidos así como incrementar el número de árbitros en cancha. Es absolutamente necesario. Como en el tenis, como en el basket, como en el rugby.
De lo contrario, la gente podría saltar de las tribunas a la cancha, hacer justicia con su propia mano y convertir el fútbol en una masacre sin igual.
Acuérdense que el Coliseo Romano también tuvo un final, y no fue un final precisamente agradable.
Óscar Contreras Morales.-


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