domingo, 15 de agosto de 2010

NALANDA Y SANTOS (Por Alfredo Barnechea, Diario CORREO)


Ustedes se preguntarán qué es Nalanda, o qué tiene que ver con el nuevo Presidente de Colombia.

Déjenme contarles esta historia fascinante, que expresa el desplazamiento histórico del mundo.

En dos años se reabrirá Nalanda, en el estado indio de Bihar, ochocientos años después que fuera destruida.

¿Pero qué era Nalanda? Una gran universidad, un gran centro intelectual budista que, en su esplendor, acogía más de diez mil estudiantes de todo Asia. El año 1193 los invasores turcos la arrasaron y quemaron su legendaria biblioteca. Se había fundado el siglo III de nuestra era.

Se supone que las universidades más antiguas del mundo son las de Bolonia y París, fundadas no antes de mediados del siglo XII (aunque Bolonia reclama haber comenzado a fines del XI). Es decir, Nalanda era novecientos años más vieja.

Su reapertura, promovida por mi antiguo profesor, Amartya Sen, significa por tanto la resurrección de un viejo centro de civilización, y es comprensible que vaya a contar con el apoyo de Oxford, Cambridge y Harvard.

Es también muy interesante, y revelador de la naturaleza pluralista de la India, que ese centro budista reciba el apoyo de un gobierno indio de mayoría hindú.

Es una metáfora, en el plano cultural, del gran cambio económico de nuestro tiempo, que en cierto sentido también es una resurrección. Porque lo que la China y la India contemporáneas están haciendo es volviendo al nivel primogénito que tenían en la economía del mundo antes de la Revolución Industrial.

Nada refleja mejor esta "vuelta" que el desempeño de los BRICs, palabra que fue acuñada el 2001 por el economista jefe de Goldman Sachs, Jim O'Neill, para unir a Brasil, Rusia, India y China.

Este año y el próximo crecerán cerca de 9 por ciento, contra poco más del 2 de los países del G-7. Representan el 13 por ciento del comercio mundial, y contribuyen con la mitad del crecimiento de la economía del planeta.

Asimismo, el comercio que más crece es entre países emergentes, sobre todo en Asia. Se cree que ésta consumirá 75 por ciento de cada barril extra de petróleo consumido en la próxima década.

Economistas del HSBC han llamado a esto "la nueva ruta de la seda", en memoria de la que fue, por siglos, la ruta de exportaciones de la China a Europa. Las exportaciones de China a países emergentes ahora representa el 9,5 por ciento del PBI de su producto, 7,3 en el caso de la India, y 6,3 en el de Brasil.

Es a la luz de este gigantesco cambio planetario que debemos ver el futuro de América Latina.

Lo cual me lleva a la asunción de mando de Santos. He asistido a otras transmisiones de mando en Colombia, y esta es la primera vez que estaban prácticamente todos los presidentes latinoamericanos, con la excepción de Chávez. Lo que demuestra una comunidad de intereses, y la percepción que estamos ante una oportunidad nueva.

Económicamente, América Latina está probablemente partida en dos, a la altura de Panamá. Hacia el norte, plegada más bien a la suerte de Estados Unidos. Al sur, Sudamérica como una gran plataforma más independiente, más homogénea, susceptible de aprovechar quizá mejor el nuevo reparto mundial de la riqueza.

Tiene petróleo, gas, agua, en mayor cantidad que Norteamérica. Es decir, tiene los recursos que el resto del mundo apetece, en un momento en que los "términos de intercambio" han virado a su favor.

Eso se encuentra con la expansión del Asia, primordialmente de China y la India, que cumple la función de locomotora que la "eurozona" (que no se llamaba todavía así) cumplió para los países latinoamericanos a fines del siglo XIX y principios del XX, después del fin de la guerra franco-prusiana.

Esa "ventana de oportunidad" está sostenida, en casi todos los países de la región, por una estructura demográfica, con poblaciones jóvenes, y masiva inversión en educación como en el caso del Perú, que proveen de una "ventana de oportunidad" por una o dos décadas, antes que esa estructura cambie y se cierre esa oportunidad. Como se sabe, esto fue un elemento clave en el despegue al desarrollo de naciones como Corea.

Para el Perú, este contexto es la ocasión para saltar al desarrollo. Para lo cual tiene que crear, por un lado, infraestructura y conectividad para la economía global y, por otro, equidad. Esta equidad tiene dos rostros: equidad social en general, y equidad que borre las asimetrías regionales.

No tuvimos Nalanda, en el siglo III. Pero tuvimos San Marcos, cuando Harvard no había sido ni siquiera fundada. Y desde el siglo XIX tuvimos por ejemplo el colegio Guadalupe, una fuente de educación laica y republicana, con frutos democratizantes semejantes al gran sistema del liceo francés.

El ejemplo de Nalanda debería entonces servirnos de inspiración.

Pensaba en estas cosas, sentado en la plaza de Nariño, en medio del sol y la lluvia que se alternaban, mientras veía jurar a Juan Manuel Santos como Presidente de Colombia.

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