domingo, 28 de febrero de 2010

200 AÑOS DE CHOPIN (Diario EL PAIS, España)


Por Jesús Ruíz Mantilla.-

Débil y melancólico, enfermizo, un tanto solitario y frustrado, Federico Chopin no debió ser consciente en su corta vida -39 años- de su paso decisivo y revolucionario por la música. Ahora, cuando el primero de marzo se cumplan 200 años de su nacimiento en Zelazowa Wola (Polonia), su estela crece. No dedicó apenas inspiración para otra cosa que no fuera el piano. Pero su búsqueda de nuevas formas, su arrebato romántico y visionario para ensanchar todos los lenguajes del instrumento más completo que existe fue increíblemente fructífera. Hoy es el rey del piano y su mayor profeta. La vigencia de Chopin en este segundo centenario es unánime y absoluta.

No llamaba la atención por su encanto o el sex appeal que tenían otros coetáneos como Franz Liszt, provocador del delirio en escena y precursor del auténtico fenómeno fan contemporáneo. Era peor intérprete que él, pero fue mejor compositor, más ambicioso. El físico le influía en ciertos complejos y refrenaba su timidez. Un permanente aspecto pálido y sus apenas 50 kilos no le proporcionaban el atractivo de su más famoso oponente, con quien se enfrentaba a veces en duelos extenuantes.

Pero aun así, logró conquistar los favores de la escritora George Sand en París. Esta mujer de rompe y rasga con quien acabó una temporada en Mallorca fumaba puros y animaba los salones franceses en los que Chopin estrenaba sus piezas. Sand le encontraba, según cuenta el pianista Alfred Cortot en el maravilloso libroAspectos de Chopin (Alianza), "bello de rostro como una mujer triste".

Triste y un tanto desesperado, pero también tozudo y genial, Chopin dedicó su vida a indagar en la grandeza de un instrumento para el que casi todo estaba por escribir. Pero su paso por este mundo marcó definitivamente el desarrollo posterior del arte del piano. Él bebió de las referencias anteriores que abrieron caminos fundamentales: de Scartlatti y Bach -aunque éste no escribió para piano y llegó a despreciarlo como nuevo instrumento en vida- en el barroco; a Mozart, Beethoven y Schubert después, el teclado llega a Chopin como un artefacto estimulante en el que se abren mil maneras de indagar. "Después de su huella ya no puedes esquivarlo", comenta Javier Perianes, pianista que se encuentra estos días preparando el Concierto número uno junto a su maestro Daniel Barenboim. "Algunos critican la orquestación de sus conciertos, pueden verse como una alfombra de terciopelo. Bien, pero está hecha para que caminemos sobre ella con elegancia o para que nos estrompemos. Es la desnudez, completamente transparente".

Perianes es uno de los intérpretes que se dedicará este año a fondo a Chopin. También los mayores lo están haciendo. Barenboim, aparentemente alejado del mundo chopiniano, le va a dedicar varios recitales. Lo mismo que Krystian Zimerman, que ha ideado este año programas exclusivos dedicados a su compatriota de los que ya ha dado una muestra espectacular en una gira por ocho ciudades españolas.

Y es que, según Rosa Torres-Pardo, "Chopin se impone". En todas las edades de un pianista, en los jóvenes y los maduros. "En los jóvenes porque se presta a la pasión, la emoción y el descontrol y en los maduros porque, justo para evitar lo otro, se busca el equilibrio como un reto".

Quien dictó cátedra para los pianistas en cómo debía interpretarse a Chopin fue Arturo Rubinstein, comenta Torres-Pardo. "Es la referencia todavía hoy". Porque exprimió al máximo -como también lo hiciera Alfred Cortot o más recientemente Maria Joao Pires, Zimerman o Maurizio Pollini, cuyas interpretaciones se aprecian en la obra completa que edita este año Deutsche Grammophon- la riqueza que Chopin quiso dar al instrumento. "Él inició una nueva forma de tocar y abordar el piano, con piezas que se prestaban al virtuosismo, a la libertad creativa en las dinámicas, los pianismos, la técnica, las sonoridades, los colores...", comenta la intérprete española.

Todo puede explorarse en sus Sonatas, sus Estudios, sus Mazurcas, las Barcarolas, lasBaladas, los Valses, los Nocturnos, los Preludios... Estos últimos, escritos con un afán visionario que iba 50 años por delante de lo que después seguirían haciendo Debussy, Rachmaninov y los representantes vanguardistas de la Escuela de Viena.

El influjo en los jóvenes es constante. El pianista chino Lang Lang lo reconoce a sus 28 años. "Cuando era adolescente quise incorporar todo su repertorio. No llegué a hacerlo, pero aprendí mucho con él", comenta desde Viena el intérprete que este año ha participado en la película Chopin project. "Ese romanticismo, la melodía, el estado de ánimo, te ayuda a crecer". Para Lang Lang, la gran huella de Chopin se notó en la espectacularidad. "Tocar el piano pasó a ser como ir a la ópera. El público multiplicaba sus emociones con sus piezas. Pasaba de la melancolía a la rabia, aunque sin llegar a ser violento en algunos Estudios o en varios Preludios. Fue un auténtico revolucionario del piano".

Un rompedor de esquemas que aprovechaba, precisamente por saberse imperfecto, las habilidades de su cuerpo. No estuvo dotado de buena salud para la vida. Le persiguió constantemente la tuberculosis. La contrajo de niño y le mató sin haber cumplido 40. Pero supo que poseía un tesoro en las manos. Si no las hubiera tenido así, no se habría atrevido a ciertas cosas, como cuenta Cortot. "Esos dedos claramente separados de su base y dotados de una manifiesta independencia individual", comenta el pianista, "mostraron una agilidad milagrosa y un virtuosismo cautivador, muy profuso".

Eran dedos de terciopelo, decía George Sand. Sin ser consciente de que en su piropo encerraba una verdad física que le facultó para encontrar nuevos caminos. "Le proporcionaban una agilidad infinita de las articulaciones, susceptible de todas las delicadezas, y la firmeza de una osamenta en esa parte de su cuerpo que curiosamente era como la de un soldado", dice Cortot.

La sabiduría de quien debe sobrevivir y hacer del defecto virtud adornó a Chopin. Su voluntad de superación, su sensibilidad y unas manos capaces de llegar con la fantasía de su mente a las nuevas formas musicales que ideaba en la cabeza y debía desarrollar sobre el teclado le convirtieron en un Mesías del piano. Dice Lang Lang: "Con él, el teclado se convirtió en algo menos asociado a la percusión y más cercano a la cuerda y al viento de una orquesta". Él lo convirtió en el instrumento total.

TOMAS ELOY MARTÍNEZ: REVISIONISTA DE LA HISTORIA ARGENTINA



Las escuelas de postgrado más importantes del mundo enseñan ciencia económica analizando el caso argentino, uno de los grandes misterios del Siglo XX: Argentina es el único país del mundo que en los últimos cincuenta años decreció no obstante mantener constantes sus factores de productividad (tierra, capital y población trabajadora). Pensar que en 1908 Argentina era considerada la séptima economía del mundo y hoy, en 2010, un 24 por ciento de su población (que se calcula en unos 36 millones de habitantes) está por debajo de la línea de pobreza crítica.
Tras la tiranía de Juan Manuel Rosas, en 1853, los constitucionalistas argentinos desarrollaron el proyecto de país "ciudad sin fronteras", que llevaría la civilización, la urbanización, la educación a la Pampa, a la llanura, donde reinaba la barbarie y la desolación. Estas ideas obsesionaban particularmente a los fundadores de la Nación, a saber, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Bernardino Rivadavia, Bartolomé Mitre, entre otros.
Ciento cincuenta años después, la Argentina vive una orfandad política; construye su economía a partir de una versión premoderna de la riqueza (como bien apunta Alfredo Barnechea) y se caracteriza por ser una "sociedad de opositores" -parafraseando a Ernesto Sábato- sin posibilidad de consensos.
Tomás Eloy Martínez, el notable escritor argentino recientemente fallecido, exorcizó los grandes demonios de su país (lleno de calibánes argentíferos) reinventando su Historia. Poniendo en evidencia el narcisismo, el latinoamericanismo escaso, la situación extramuros de un país que construyó su riqueza económica y cultural a partir de una "mitología de la exclusión".
"La generación de los proscritos quiso, cuando tomó el poder en 1852, que la Argentina se convirtiera en una ciudad interminable. Poblar, educar y cuadricular la pampa era el único modo que concebían estos civilizadores para no sentirse extraños en ella." Eso escribía Martínez sobre el nacimiento del proyecto moderno argentino.
Hoy el Diario El Comercio publica un estupendo artículo del escritor mexicano Carlos Fuentes, a propósito de las ideas aquí expresadas. Que ponderan el legado literario de Tomás Eloy y su agudeza para encuadrar los hechos en un país comercialmente conectado con el imperio británico, orgulloso de su ejército prusiano, de su cultura francesa y de su gente italiana o española. 

RÉQUIEM POR TOMÁS ELOY MARTÍNEZ


El escribidor de un país autoengañado
Por: Carlos Fuentes Escritor
Domingo 28 de Febrero del 2010

Conocí a Tomás Eloy Martínez en el lejanísimo verano de 1962 y en un balcón suspendido sobre la avenida Quintana en Buenos Aires, en compañía de Augusto Roa Bastos, Ernesto Sábato y Francisco Petrone, admirando a nuestra anfitriona, la bellísima señora de Galli-Mainini. Temerosos de que el balcón no aguantara nuestro peso, porque como la República Argentina, el balcón crujía. Lo abandonamos en aras de la supervivencia pero también porque nuestra juventud estaba llena de proyectos de vida y trabajo que no merecían terminar destrozados en las aceras de la bella capital argentina.

Gracias a que el balcón no se cayó, pudimos disfrutar durante el siguiente medio siglo de una obra, la de Tomás Eloy Martínez, terrible y hermosa, puntual e imaginativa, recreación literaria de esa interrogante humana y política que llamamos “La Argentina”.

De “La novela de Perón” a “Purgatorio”, pasando por “Santa Evita”, “El vuelo de la reina” y “Cantor de tango”, Tomás Eloy nos indicó que si solo pudiéramos vernos dentro de la historia, sentiríamos terror. Para superarlo, el novelista que fue —que es— Tomás Eloy no niega la historia, sino que la resucita, la transforma, la reinventa para hacerla no solo visible, sino comprensible.

Tomás Eloy Martínez escribió la historia de un país latinoamericano autoengañado, que se imaginó europeo, racional, civilizado, y un día amaneció sin ilusiones, tan latinoamericano como México o Venezuela, tan brutalmente salvaje como sus dictadores militares, tan brutalmente corrupto como sus políticos, tan ciego como todos ante las poblaciones de la miseria que fueron bajando hasta las avenidas porteñas, donde hoy recogen basura a la medianoche para comer.

Por decir esto, en “La pasión según Trelew”, Tomás Eloy fue perseguido y debió exiliarse. Su última novela, “Purgatorio”, viene siendo un espléndido resumen del terror, la imaginación y la esperanza argentinas. En “Purgatorio”, Tomás Eloy Martínez se propuso darle relevancia literaria a un tema que pesa sobre la política argentina: los desaparecidos, las prácticas brutales de la dictadura militar en los años 1976 a 1981. Prácticas llamadas, con eufemismo delirante, “Proceso de reorganización nacional”. Apresar disidentes, torturarlos en presencia de sus mujeres e hijos, asesinar a toda persona sospechosa de leer, pensar o actuar de una manera desaprobada por la dictadura. Secuestrar niños, darles otro nombre y familia distinta.

Tan odiosa violación de la persona puede ser denunciada en un diario, en un discurso, en una manifestación, ¿cómo incorporarla a una ficción cuando la realidad rebasa cuanto la literatura puede imaginar?

“Purgatorio” relata la historia de una mujer, hija de un magnate argentino que apoya a la dictadura y participa de sus diversiones, al grado de invitar a Orson Welles a filmar el Campeonato Mundial de Fútbol. Emilia Dupuy, la hija del magnate, está casada con un cartógrafo, Simón Cardoso, obligado a recorrer el país, midiéndolo. La policía de la dictadura lo confunde con un terrorista y lo desaparece.

¿Dónde buscar a un “desaparecido”? Desesperada, Emilia sigue todos los itinerarios que su marido pudo tomar, Brasil, Venezuela, México y, al cabo, EE.UU., hasta el día en el que, establecido en una pequeña ciudad universitaria de New Jersey, Emilia reencuentra a su marido perdido.

Solo que él sigue siendo un hombre de 30 años y su reaparición va a destruir la costumbre de Emilia: vivir recordando la ausencia del único hombre que amó y que, ahora, regresa con “una sonrisa llegada de muy lejos”.

No diré más. Solo añadiré que Orson Welles pone como condición para aparecer en la película que los militares hagan aparecer a los desaparecidos, ya que, en la novela, como en el cine, se pueden crear todas las realidades posibles, imaginar lo que aún no existe, y detener el tiempo.

Tomás Eloy Martínez buscó —y encontró— en la novela la realidad de lo que la historia ha olvidado. Y puesto que la historia ha sido lo que ha sido, la literatura nos ofrece lo que la historia no siempre ha sido y a veces, lo que nunca ha dicho. En la obra de Tomás Eloy, el lenguaje, portador de duda frente a la ideología, la certeza religiosa, el conformismo moral o la mascarada política, no puede dejar de lado ni a la ideología, ni a la religión ni a la moral ni a la política. La diferencia estriba en que la novela no puede ser dominada por ninguna de las cuatro. Por el contrario, puede presentar ideología, religión, moral o política como problemas, abriéndole la puerta a la interrogación, elevando el techo de la imaginación, descendiendo al sótano de la memoria y, sobre todo, dejando la ventana abierta a la palabra de Pascal: vengo a proponerles una duda.

La riqueza de la cultura argentina contrasta con la pobreza de su vida política y económica, tal es el enigma de esa gran nación, planteada una y otra vez en la obra de Tomás Eloy: ¿Por qué, teniéndolo todo, la Argentina acaba teniendo nada? ¿Por qué la cultura vigorosa e ininterrumpida de la República del Plata no le da vigor y continuidad a su vida política?

Tomás Eloy Martínez nos advierte, desde su vida, desde su muerte, que cuando al cabo entendamos nuestra historia, podemos entender sus abismos y sus cumbres y, a partir de eso, conocer la verdad.

Tomás Eloy Martínez, como pocos, nos acercó a la verdad, huidiza, interminable, como la libertad misma.

LA ECONOMÍA DE LA CORRUPCIÓN (José I. Távara)



¿Cuánto le cuesta y cuánto le vale al Perú la corrupción? ¿Se ha puesto a pensar en eso? Muchísimo dinero, según economistas, historiadores y científicos políticos que han estudiado el fenómeno. De suyo, el gobierno de Alberto Fujimori fue el más corrupto de la Historia Republicana. Pero el análisis serio y sustentado de los investigadores, debiera llevarnos a la certeza de que legitimando la corrupción -aparte del dinero público no invertido eficientemente en beneficio del mayor número- se justifica una mentalidad subdesarrollada, acomplejada, que busca permanentemente el atajo, la sacada de vuelta, el rentismo y la ignorancia.
Lidiar todos los días con la corrupción es tan desagradable como justificarla pagando una coima, perpetuando un estado de cosas desigual e injusto; o en el peor de los casos, negando la realidad o haciéndose al imbécil.
Carrera pública civil urgente; servicios judiciales "tercerizados"; desratización del Poder Judicial; y revisión de los contratos de concesión de los medios de comunicación. Es absolutamente necesario. 

La economía de la corrupción

Por José I. Távara
Profesor de la PUCP

Los efectos de la corrupción a gran escala durante el régimen de Fujimori aún no han sido valorados en toda su dimensión. En un libro sobre la corrupción en el Perú entre los años 1,750 y 2,000, el historiador Alfonso Quiroz pone en evidencia que dicho régimen habría sido el más corrupto de toda la historia moderna. Quiroz estima una pérdida directa superior a los 4 mil millones de dólares, a los cuales se agregan otros 10 mil millones por inversiones no realizadas. Sin embargo, esta cifra subestima el daño provocado por la corrupción, que se extiende hasta nuestros días.

El daño mayor fue la infiltración y debilitamiento de instituciones fundamentales para el desarrollo del país, especialmente en el ámbito de la administración de justicia, las fuerzas armadas y policiales, los medios de comunicación, las políticas públicas y el sistema político en general. Los mecanismos centrales fueron la concentración del poder en los distintos núcleos de la red de corrupción, y el control de todos los espacios institucionales que pudieron significar contrapesos democráticos frente al poder del régimen. También se debilitó el sistema educativo, en especial la educación superior, recortando el presupuesto de las universidades públicas y permitiendo la proliferación de instituciones de muy baja calidad, lo cual comprometió también el desarrollo de los colegios profesionales.

El gobierno de Paniagua y en alguna medida el de Toledo lograron destruir varios núcleos de la red de corrupción. Sin embargo, luego vinieron contramarchas y retrocesos que facilitaron su recomposición. En el caso de los canales de TV corrompidos por el régimen anterior, el gobierno de Toledo estuvo inicialmente dispuesto a revocar las licencias, pero luego desistió, probablemente por presiones, compromisos previos y opiniones jurídicas contrarias. El propio ex presidente admitió, tres años después de finalizado su mandato, que este fue uno de los principales errores de su gobierno.

El análisis económico de la corrupción se concentra en el beneficio neto esperado por el agente corrupto, el cual depende del tamaño del botín, de la probabilidad de ser descubierto y sancionado, y de la magnitud de la sanción. Cuanto mayor es dicha probabilidad menor es el beneficio esperado y, por tanto, menor el riesgo de corrupción. La probabilidad de sanción depende de cómo funcione el sistema judicial, pero también de los mercados laborales y del grado de desigualdad en la sociedad. En efecto, la detección de actos corruptos puede requerir de la cooperación y la denuncia por parte de funcionarios públicos honestos, cercanos a los procesos de corrupción. El temor a las represalias, incluyendo el despido, puede inhibir dicha cooperación, sobre todo cuando el potencial denunciante no tiene muchas opciones de empleo alternativo con remuneraciones decentes. Incluso si el funcionario honesto tiene medios suficientes para sobrevivir fuera del Estado, puede ser vulnerable a acusaciones infundadas y a procesos penales que comprometan su tranquilidad y su economía. He sido informado de calumnias y bajezas inimaginables –hace 3 años en Osiptel– y conozco a profesionales capaces que jamás regresarían a trabajar en el Estado por esta razón.

Es evidente que la corrupción progresa en un clima de impunidad. Es poco probable que el Sr. Crousillat, recientemente indultado, devuelva los 69 millones que le entregó Montesinos por pervertir América Televisión, o pague los 80 millones de reparación civil.

Como reza el cínico resabio, “la vergüenza pasa pero el dinero queda en casa”. Los principales mecanismos para lograr la impunidad siguen siendo los mismos: colocar a personas cercanas en el sistema judicial. Como sabemos, el organismo encargado de la evaluación, selección y ratificación de jueces y fiscales es el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), cuya actuación ha merecido graves cuestionamientos. Como revelaron La República y El Comercio, el representante de las universidades nacionales elegido para integrar este Consejo –desde el 28 de febrero próximo hasta el 27/2/2015–  fue involucrado en el informe Kroll como uno de los colaboradores de la corrupción durante el régimen de Fujimori: se le atribuye el traslado de maletas con el dinero robado por el ex presidente. Una periodista denunció que abogados defensores en casos de corrupción estarían evaluando, por encargo del CNM, a los candidatos a jueces y fiscales supremos. 

Hace solo una década que la corrupción en el Perú alcanzó dimensiones sistémicas. Sin embargo, los principales líderes políticos parecen haberlo olvidado, y estamos perdiendo la batalla. En realidad, sin una reforma del Estado, que comprenda el establecimiento de una carrera pública, con profesionales honestos, competentes y bien remunerados, seleccionados y promovidos en base a sus méritos, es poco lo que se puede hacer. Por cierto, esta reforma requiere de voluntad política, y es poco probable que en el contexto actual se logren avances sustantivos. Si bien no hay mucho espacio para el optimismo, hay algunos signos de esperanza que es preciso destacar. En efecto, aún contamos con núcleos de jueces, fiscales y funcionarios honestos, periodistas decentes, medios independientes y redes de ONG que vienen luchando activamente contra la corrupción. Aún no hemos perdido la capacidad de indignarnos, pero frente a una corrupción sistémica la indignación no es suficiente. La lucha será exitosa, en la medida que involucre a personas de todos los estratos y regiones. 


viernes, 26 de febrero de 2010

HILDEBRANDT OPINA SOBRE "LA TETA ASUSTADA"

El primer viaje al exterior del crítico argentino Quintín (Eduardo Antín) fue a Lima, Perú, en 1995. Esa vez Quintín charló con mucha gente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, una mañana de invierno que muchos recordamos. Le preguntamos si consideraba importante la aproximación del crítico de cine  a la película a partir de una reproducción de su estilo, tempo o tal vez recreando la visión del director. Quintín nos dijo que no. Que no era recomendable en principio porque el crítico de cine no es un artista y porque en caso de asumirlo podría crear mala literatura.
Esta semana, durante el evento EL CINE PERUANO EN DEBATE organizado por Universidad de Lima y la revista Ventana Indiscreta, el programador Enrique Vivar, en el contexto de la mesa-conversatorio ¿Cuál es la relación del cine peruano con la crítica? señaló que existe una crítica que genera pasiones en los lectores porque tiene una vocación docente, porque está muy bien escrita y porque se sustenta en el amor al cine.
Ayer César Hildebrandt, que no es un crítico cinematográfico pero tiene muchos lectores y seguidores ha opinado sobre La teta asustada. Y nos parece estupendo. Con su artículo, que es un conjunto de razones tiradas por una gran locomotora de juicios de valor -absolutamente rebatibles- demuestra sin proponérselo que la crítica no es periodismo ni tampoco literatura. O sea, no le alcanza con estar bien escrita, ni tampoco con tener adherentes-educandos o apoyarse en la cinefilia o reportar la realidad. La materia prima del trabajo del crítico son los argumentos. No se escribe crítica para educar o buscando admiradores. La pulsión, el amor, el instinto del crítico, tiene que reforzarse con razones, hipótesis, demostraciones, tesis, lecturas, análisis, confrontación de pruebas y documentos. Además, la crítica de cine no siempre tiene que ser edificante, íntegra o progre. Si con el ejercicio liberal y solitario del oficio, el crítico despierta vocaciones o incrementa la cinefilia, magnífico. Habrá ganado su lugar en el cielo.
Pero, honestamente, el texto de César Hildebrandt -tan bien aderezado- parte de la falacia que el cine es (o debe ser) un reflejo de la realidad. Y entonces se hiperboliza con desafortundas referencias al cubismo, a los contraplanos "a media caña", al realismo mágico o a la decisión autoral de Llosa de acotar el mundo con primeros planos o utilizar actores no profesionales.
Preguntamos ¿Por qué la tragedia nacional tendría que representarse necesariamente aprehendiendo la raíz social del problema, léase la crisis milenaria, el choque de culturas, la migración del campo a la ciudad, el terrorismo y el desborde popular? ¿Por qué La teta... no  debe apelar a los elementos de la comedia negra o de sal gruesa? ¿Qué lo prohibe, aparte del sentido de decencia, buen gusto o la culpa de un espectador cultivado como Hildebrandt? Tal parece que él y un sector importante del público no advierten todavía que la película no gira en torno de la guerra subversiva o sus víctimas (puede ser un referente diegético quizá). Pero esencialmente La teta... describe un proceso de curación personal, irreal y con asideros peruanos al mismo tiempo.
César Hildebrandt dice provocadoramente: "El Perú cambió el mundo con el aporte de la papa ancestral. Esta papa intravaginal y casi hidropónica, física y simbólicamente inmunda, no cambiará la historia del cine.". Estoy de acuedro en parte. La teta asustada no es una gran película ni va a cambiar las agujas del reloj de la Historia. Primero, porque su resolución dramática es deficiente. Y segundo, porque los problemas de continuidad bien apuntados por Hildebrandt conspiran contra la fluidez del relato, ergo contra su poder hipnótico y/o de convencimiento.
En cambio, su riqueza expresiva y representativa es de un orden muy alto, llena de símbolos y alegorías, que la vuelven una cinta hermosa sobre la adolescencia histórica del país.
Que bueno que por unas semanas el cine peruano se haya convertido en una piedra de toque.
Oscar Contreras Morales.-.


martes, 23 de febrero de 2010

LOS ESTUDIOS ABBEY ROAD: PATRIMONIO HISTORICO DE LA GRAN BRETAÑA


http://www.elpais.com/articulo/cultura/monumento/nombre/Abbey/Road/elpepucul/20100224elpepicul_8/Tes

Por Patricia Tubella.-

Roger Daltrey, el veterano integrante de The Who, se quedaba solo cuando afirmaba esta misma semana que a los míticos estudios de Abbey Road ya se les había "pasado el tiempo" y los daba por finiquitados. El resto de la comunidad musical, encabezada por sir Paul McCartney y el empresario musical Andrew Lloyd Webber, emprendió una campaña destinada a preservar el recinto del norte de Londres, ante los persistentes rumores de que la discográfica EMI proyecta venderlo para construir un complejo residencial.

Ayer tuvieron su respuesta por parte del gobierno británico, que ha designado lugar histórico el que fuera bastión de los Beatles, vetando de este modo cualquier intento de modificar su fisonomía.


La "enorme importancia cultural" que la ministra Margarte Hodge atribuye a Abbey Road queda resumida en el incesante peregrinaje del que son objeto, desde hace más de cuatro décadas, la sede de los estudios y el paso de peatones más famoso del mundo, inmortalizado en la portada del último álbum que los Fab Four editaron juntos. Allí grabaron casi todos sus discos, junto a otros grupos legendarios como Pink Floyd y una gama de artistas que abarca desde Jeff Beck hasta Radiohead.

Aunque el propio McCartney presentara en los estudios su último álbum, tan sólo hace unos meses, y algunas orquestas siguen utilizándolos para grabar bandas sonoras de películas, el complejo de Abbey Road funciona hoy sólo a medio gas. La crisis que amenaza con la supervivencia del sello EMI -propiedad de Terra Firma- ha acabado dejando a ese santuario de la música a merced del mejor postor en el mercado. Pero la decisión de elevarlo a la categoría de monumento al menos garantiza que pasará a la posteridad sin alteraciones y que, en principio, nunca será derruido.

UN "HIJO DE LA GRAN COLOMBIA" vs UN "HIJO DE LA GUAYABA": ALVARO URIBE Y HUGO CHAVEZ SE PELEAN A GRITOS EN MÉXICO

 
http://www.elpais.com/articulo/internacional/choque/Chavez/Uribe/tensa/Cumbre/Grupo/Rio/elpepuint/20100223elpepuint_7/Tes
La Cumbre del Grupo de Río, que se celebra estos días en Cancún, México, ha sido escenario este lunes de un fuerte enfrentamiento entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y el de Venezuela, Hugo Chávez.
Diversos medios latinoamericanos explican en sus ediciones digitales que el choque se produjo durante un almuerzo privado para los asistentes a la cumbre en el que Uribe comparó el bloqueo de Estados Unidos sobre Cuba con el trato comercial dispensado por Venezuela a empresas colombianas.
Fuentes consultadas por Efe explicaron que Chávez alegó que el comercio entre ambas naciones se ha multiplicado por ocho desde su llegada al poder, en 1999, pero Uribe lo interrumpió y este le pidió que le dejase acabar su intervención. La discusión pasó a los griros y Chávez espetó al presidente colombiano un "vete al carajo", a lo que Uribe respondió con un "sea varón y quédese a discutir de frente", explica el diario mexicano El Universal.
El choque siguió subiendo de tono, se intercambiaron insultos, y Chávez acusó a Colombia de enviar fuerzas paramilitares para acabar con su vida, mientras que Uribe acusaba a Venezuela de estar entregando armas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La prensa latinoamericana resalta la actuación del presidente de Cuba, Raúl Castro, que habría intentado mediar entre los mandatarios protagonistas de la disputa. Según el diario costarricense La Nación, la calma volvió a la reunión, pero las diferencias se trasladaron a otra estancia, donde el anfitrión de la cumbre, Felipe Calderón, y el presidente dominicano, Leonel Fernández, trataron de poner paz entre Uribe y Chávez.
Al término de esa reunión Calderón envió un mensaje a los medios en el que aseguraba que Chávez y Uribe habían acordado reconducir sus diferencias a través de un diálogo respetuoso, informó el diario mexicano Milenio.

domingo, 21 de febrero de 2010

SOMOS UNOS CHOLOS MUY HUACHAFOS

Nos falta mucho como país. Tener dinero no significa ser desarrollado ¿Qué es lo "huachafo"? y ¿Qué es "lo no huachafo"? Nadie lo sabe exactamente. En todo caso lo que sí resulta claro es que los seres humanos para desarrollarse necesitan más y mejores oportunidades educativas, culturales y más espacios ciudadanos y democráticos. El Perú no es un país desarrollado. Es un país con gente con mucha plata. Y con gente pobre. Y encima esta gente muy rica y muy pobre tiene un pésimo gusto y vive el día, perdiendo el sentido de la vergüenza de manera alarmante. Una vez más presentamos a Hildebrandt en UN MUNDO PERFECTO. Esta vez ponderando a Pedro Miota, el periodista peruano de principios de siglo XX que acuñó el colombianismo "guachafo" como "huachafo".

 Domingo 14 de febrero de 2010

Miota y la huachafería

El peruano Jorge Miota fue quien, según diversos testimonios, acuñó y difundió la palabra “huachafo” como sinónimo aproximado de cursi o de mal gusto.
El otro día, en busca de un libro perdido, encontré aquel que escribió Willy Pinto Gamboa, colaborador cercano de Luis Alberto Sánchez, sobre Miota y la huachafería.
Pinto lo tituló “Lo huachafo: trama y perfil” y añadió este paréntesis: “(Jorge Miota: vida y obra)”.
El ejemplar que encontré me está dedicado y sólo mi distraída ingratitud pudo ponerlo en el estante del tercer piso, donde están los libros aparentemente menos necesarios.
Willy Pinto Gamboa fue una de las mejores personas con las que me he tropezado.
Era bastante mayor que este cronista, había estudiado en España, amaba la poesía de Pedro Salinas, era catedrático universitario y se había casado con una hermosa española que adoraba y con quien vivía en la urbanización Palomino.
Pinto me visitaba en “Caretas” cada semana y charlábamos de aquello que hoy escasea tanto: lecturas, autores, fobias y filias literarias. Era ameno, divertido y muchas veces certero y coincidíamos en nuestra adicción por el siglo de oro español.
Hace algunos años –lo supe estando lejos, como casi siempre: lejos- a este escritor, crítico e investigador se le murió la mujer, que sufría de un mal crónico del corazón.
Me contaron que, poco tiempo después, a Pinto lo mató una tristeza disfrazada de algún tipo de Cáncer. Porque, como ustedes saben, el Cáncer es muchas veces un seudónimo de la depresión.
Recordando a este hombre ejemplar que pasaba por mi oficina para hablar de literatura, he leído recién, de cabo a rabo, este libro sobre Miota publicado en 1981 (uno de los mejores trabajos de Pinto, a pesar de los innumerables descuidos del corrector).
Miota es uno de esos personajes que a Pinto le encantaba resucitar. Porque Pinto escarbaba en el olvido y de allí sacaba a los marginados, los preteridos, los pequeños malditos que a nadie entusiasmaban.
Miota fue el primero en usar la palabra “huachafo” y eso sucedió alrededor de 1908 en la revista “Actualidades”.
Todo indica que se trata de un préstamo creativo tomado del Colombianismo “guachafa”, que describe el bullicio, la bronca y el desorden y que, en algún momento no demasiado precisable, significó también algo así como fiesta ruidosa.
Y el origen de todo esto, según lo que le contó Estuardo Núñez a Martha Hildebrandt, tiene barrio y sede limeños.
Sucede que a comienzos de 1890 se afincó en Lima, cerca del cuartel Santa Catalina, una familia Colombiana de clase media más o menos arruinada.
Sucedió también que las muchachas casaderas de esa familia numerosa organizaban fiestas, entre estruendosas y desmedidas, que llamaban “guachafas”. Mucho más temprano que tarde “guachafas” ya no eran las veladas sino quienes las planeaban.
De modo que los solteros próximos al solar eran asiduos de estas “guachafas” deseosas de prosperar o establecerse por su cuenta.
De cualquier modo, pocos son los que le niegan a Miota el mérito de suavizar el diptongo original con una “h” y de oficializar el término “huachafo” para describir, fundamentalmente, aquello que imita sin éxito, que exhibe sin rubor, que pretende ser lo que no es (ni puede ser: de allí el carácter violento y condenatorio del término).
Jamás pensó Miota que la palabra adquiriría tal autoridad e involucraría a universos tan amplios y diversos.
Porque, como alguna vez reconoció el mismísimo Mario Vargas Llosa en un magistral artículo, es imposible, para cualquier peruano, librarse por completo de la huachafería, entendida como ese modo histriónico de aparentar.
Cuando Vargas Llosa escribió ese artículo –agosto de 1983-, Lima no tenía a “Eisha” como “capital del verano” –qué frase más huachafa-, ni a “Tongo” como emblema de la Telefónica –una de las empresas más huachafientas en cuanto a su publicidad-, ni a los hermanitos Yaipén como símbolos, ni a Bayly como expresión liberal.
Hoy Vargas Llosa tendría que reeditar y ampliar su Atlas de la huachafería. Hoy el Perú es tan huachafo, tan repulsivamente huachafo a veces, que el buen gusto parece una melancolía.
En 1983 hasta la pretensión de no ser huachafo pasaba por huachafería. Hoy los huachafos han salido del armario y han tomado el poder. Nadie huye hoy de la huachafería. Al contrario: se la ha adoptado porque se ha impuesto y porque es rentable. La prensa “no huachafa”, por ejemplo, parece condenada a la miseria. La TV “no huachafa” ha dejado, sencillamente, de existir.
¿Qué no es huachafo en el Perú? Nada. Hasta Dios es huachafo en el Perú del siglo XXI. Y basta con encender uno de esos programas religiosos perpetrados por sectas cristianas para entender que el cielo también ha sido tomado por asalto.
Pero volviendo a Miota, ese desconocido, habría que decir algunas cosas.
Miota González nació en Apurímac en 1870. Su padre fue militar y murió, con el grado de teniente coronel, en la heroica resistencia de San Juan y Miraflores de enero de 1881.
Miota, de ascendentes vascos, escribió numerosos artículos de tono modernista en “Actualidades”, “El Comercio”, “Prisma” y “Monos y monadas”.
Fue coetáneo y amigo de los hermanos García Calderón, de Enrique Carrillo (“Cabotín”), de José de la Riva Agüero, de Leonidas Yerovi y, entre otros, de Clemente Palma.
Fue Palma, precisamente, quien en 1913 escribió un artículo titulado “El caso del escritor señor Miota”.
La solemnidad del título tenía más de compasión que de avaricia. Porque se trataba de ventilar, por primera vez en público, la locura irremediable que había terminado por minar a Miota.
Dos años antes, en 1911, Miota se había presentado ante la embajada peruana en París y le había pedido a su amigo Francisco García Calderón, segundo secretario, una carta de recomendación para Rubén Darío. García Calderón, benévolo y distante, le dio gusto.
En su mensaje, Miota le pedía a Darío el pago de una mensualidad inverosímilmente “prometida” por el nicaragüense.
En enero de 1913, en Lima, Miota tocó la puerta de la legación diplomática de Francia y solicitó la nacionalidad francesa.
Cuando el representante del gobierno francés le preguntó en qué basaba su solicitud, Miota le contó que “en París, tiempo atrás, había sido víctima de un encantamiento” y que, por lo tanto, “merecía alguna compensación”.
Cuando Clemente Palma trató el tema ya Miota había Estado internado en un manicomio y su caso había derivado al terreno judicial porque el escritor había acusado a su madre y a un par de doctores “de secuestro”.
Nadie sabe cómo hizo Miota para convencer a su doliente madre de que debían viajar a Buenos Aires. Eso fue en 1916 y a partir de allí su rastro se pierde por completo.
Hasta la fecha de su muerte resulta incierta –unos la sitúan en 1925 y otros al año siguiente-, aunque no parece haber duda de que jamás se recuperó y que debió pasar muchas penurias. Tantas, en todo caso, como las que le amargaron la infancia a raíz de la muerte de su padre.
En el libro de Pinto hay una especie de homenaje final, entre irónico y sombrío, al acuñador del concepto “huachafo”.
Como no se sabe si Miota murió en un hospital general o en una casa de salud mental de Buenos Aires, Pinto plantea la duda citando palabras sacadas del propio paciente:
“...aunque es muy posible –escribe Pinto- que su vida se haya extinguido ‘entre negras rejas, delante de las cuales Hipócrates y Galeno marmorizados hacen su perpetua guardia’,... o ‘entre las paredes de una casa de insania, que regula a extraños autómatas’...”
Frases tan decoradas y chirriantes pertenecen a un artículo de Miota escrito para “El Comercio” 25 años antes de su muerte. El tema central de ese artículo era el manicomio estatal de Lima.
Profecía huachafa y trágica a la vez.

¡FUMEN, MUCHACHOS, FUMEN!


A nuestros alumnos de postgrado en Derecho Ambiental les decimos -provocadoramente- que su derecho a respirar aire puro es idéntico al derecho de los fumadores a utilizar el aire para expeler el humo de los cigarrillos. Porque no existe propiedad privada sobre los bienes públicos. Y porque el Estado a través de políticas públicas, normas legales y medidas concretas está en la obligación de prevenir y sanar las enfermedades y orientar la salud de la sociedad. Pero no disminuir derechos.
Porque el cigarrillo no es el origen de los males del mundo. Ni los fumadores somos los que fastidiamos históricamente la existencia de la gente.
A propósito, César Hildebrandt vuelve a escribir un artículo injudioso y apologal sobre el cigarro. Recordándole a las autoridades de salud; a los profesionales médicos y a los millones de personas en el Perú que se oponen al cigarro, que el SIDA, la cerveza y la cocaína provocan tantas o mas muertes que el cigarro; y que por esa sola razón deberían merecer la misma política disuasiva. Pero nadie hace nada al respecto. Mientras tanto los fumadores somos discriminados.
Cuando escuchamos los argumentos emocionales en contra del cigarro, pensamos en aquellas personas que hace veinte años, en este país, absolutamente enfermos de buena conciencia, proclamaban admirar al Papa; querer votar por Pérez De Cuéllar para Presidente, y tener Cien años de soledad como libro de cabecera. Bah!.

jueves 18 de febrero de 2010


Prohibido fumar

Ahora quieren poner la foto espantosa de un paciente de Cáncer en las cajetillas de los cigarrillos.
Así acatan a Fernando Vivas y compañía, esos jacobinos del buen aire y los pulmones olímpicos que se creen la personificación de la salud.
No entiendo bien.
Para esta sociedad, para este sistema de valores, está muy mal fumar.
Pero para esta sociedad y este sistema de valores sí parece estar bien (o por lo menos “no está mal”) beber como un cosaco ese trago que fabrica por piscinas la Backus –o como se llame ese latifundio de cebada- y que es responsable de la mitad de los crímenes violentos. Sí, me refiero a esa bebida que, en nuestra cultura, es sinónimo de machos al ataque y de hembras que esperan en la playa moviendo la cintura.
Está muy mal fumar –dicen los Vallejos-, pero está bien (o da igual) convertir la pantalla de la tele en un vertedero de maricas histéricas a la hora en que los niños ven televisión (y a la hora en que los niños ya no ven televisión). Como si ser heterosexual tuviera que dar vergüenza y gustar del otro sexo ofendiese a la madre natura.
Hay que sentirse culpable hasta la depresión si uno contrae un Cáncer pulmonar de origen nicotínico. Pero si uno tiene sida, en cambio, sabrá que se habrá infectado de una enfermedad amistosa, socialmente aceptable, políticamente correcta, siempre merecedora de compasión y generosidad.
No entiendo muy bien.
¿Cáncer no, sida sí? ¿Tabaco no, alcohol sí?
Deberían de poner fotos de enfermos terminales de sida en las puertas de los hostales pulguientos que han proliferado en todo Lima, en los baños de las discotecas de ambiente y no de ambiente, en las oficinas públicas (sobre todo en los baños privados de sus jefes), en los camerinos de las piscinas, en las antesalas de los gimnasios, en los urinarios de las peñas criollas.
¿Fotos de enfermos terminales de sida o de víctimas del herpes genital, el chancro blando, la sífilis de tercer grado?
¿Y qué ponemos en las puertas de las grandes fiestas, sean estas polladas o reuniones sociales dignas de salir en “El Comercio”?
¿Ponemos fotos de accidentes de tráfico? ¿Ponemos la foto del carro de nuestro colega Álvaro Ugaz después de la tragedia?
¿No? ¿Sería demasiado fuerte?
Y en las fiestas campales, con el Grupo Cinco alacraneando, ¿qué foto ponemos? ¿La de un tabique nasal colapsado por la coca y reemplazado (foto 2 de la secuencia) por uno de platino? ¿O la de alguien mirándonos fijamente, con los ojos indescifrables del que ha fundido cerebro por el uso del éxtasis?
Fumar es un derecho soberano. Impedir que el humo del tabaco ardiendo llegue a los no fumadores es una obligación de las autoridades. Pero de allí a avalar el terrorismo gráfico y las campañas del fascismo médico, hay una gran distancia.
O sea que en esta sociedad está mal fumar, pero está bien ser una basura y está requetebién mentir, robar, incumplir, chantajear, matar y volver a la presidencia de lo que sea (incluida la república).
¿O es que el asunto es ser una basura con los pulmones limpios?

RAÚL VARGAS, ILUSTRÍSIMO "LUSTRADOR" DEL GOBIERNO

Raúl Vargas fue uno de los periodistas fundadores del Diario La República, allá por 1981. Durante años este ilustrado profesor y periodista político (gastrónomo, por añadidura) tuvo una columna política llamada DÉBILES Y PODEROSOS de explícito enfoque socialista. Débiles y poderosos... qué ironía visto en perpectiva hoy, en 2010. Porque Raúl Vargas no es más el periodista de hace 30 años. Ha devenido, desde su puesto de Director de RPP Noticias, en poco menos que un "sacalustre" de las miserias de este gobierno. Que las tiene en cantidades industriales. César Hildebrandt, el incisivo periodista César Hildebrandt, ha escrito ayer una condimentada columna en su blog, reclamando a los periodistas Augusto Álvarez Ródrich y Patricia Del Río, ser consecuentes con su profesionalismo e independencia y expresar abiertamente su disconformidad con la línea "guaipillesca" de Vargas, formulando las preguntas correctas (e incómodas) desde su lugar en RPP. Coincidimos con Hildebrandt.

 http://bloghildebrandt.blogspot.com/

sábado 20 de febrero de 2010


Patricia y Augusto

No sé qué tendrá que pasar en RPP para que Patricia del Río y Augusto Álvarez Rodrich presenten su renuncia o digan algo (o susurren alguito, o se incomoden un poco).
Y es que lo que está haciendo Raúl Vargas con esa emisra es sencillamente indigno de llamarse prensa.
Como las encuestas señalan que la popularidad de Alan García está -a nivel nacional- por los suelos, Vargas ha decidido servir de pulidor del régimen.
¿Que el modelo no llega a todos?
Pues allí está Vargas para preguntarle al director del programa Juntos las preguntas que sólo le harían en el “Melody” y las repreguntas que sólo le haría su santa abuelita.
-¿Vamos bien, pero podemos ir mejor? –pregunta Vargas.
-Hemos aprendido y claro que vamos a mejorar –le responde el burócrata locuaz.
¿Que en Essalud matan y rebanan y sierran y no pasa nada?
Pues allí está Vargas, en su papel de Jabba the Hutt del palacio de Pizarro, haciéndole “al ingeniero Fernando Barrios”, el director de Essalud y el que paga la publicidad y abona muertos y heridos por cada servicio prestado, la entrevista más horizontal que uno pueda imaginar “con ocasión de inaugurarse este gran hospital de Chiclayo-Oeste, el Luis Heysen Incháustegui”.
¿Que Luis Alva Castro es un monigote con el pelo teñido por Miss Clairol cuyas dos últimas hazañas son haberse enredado con un patrocinio de quince mil dólares a Fabiola de la Cuba y con un aumento de connotaciones delictivas a sus secretarias?
Pues allí va Vargas, en su papel de Chino de la Esquina, diciendo a los millones de oyentes de RPP que él conoce a Alva Castro “por sus preocupaciones filosóficas” y por “su vocación editorial y literaria” (cuando Alva Castro es a la literatura lo que Chemo del Solar al éxito y a la filosofía lo que los ácaros al finado gliptodonte).
Y va enseguida una entrevista que podría ser más útil que un dedo en la garganta a la hora de librarse de un contenido estomacal incómodo.
O sea que Nava, Mirtha y el jefe de todos los capos deben haberse sentado con Vargas y deben haberle dicho que la estabilidad del gobierno y la legitimidad del sistema dependen de RPP y de esta nueva campaña de planchado y pintura.
Y Vargas ha llegado a un arreglo conveniente. Total, si estuvo a punto de viajar a México como embajador de Alan García –y no lo hizo porque Manuel Delgado Parker se lo pidió y le aumentó el sueldo-, ¿por qué no va a oficiar de cataplasma de este contuso gobierno?
Da vergüenza ajena escuchar la agonía de este Vargas. Porque no sólo es un asunto de contenido.
La voz de Vargas era grave y muchas veces noticiosa. Ahora se ha hecho meliflua, zalamera, coqueta bajo cuerda.
Antes sus bajos continuos respaldaban una melodía que iba al son del día y tenía el eco vibrante del directo en directo. Hoy la voz de Vargas parece la de Pedro (también Vargas) cuando cantaba boleros para señoras en un cabaré.
Vargas fue nuestro Wálter Cronkite radial. Hoy es una melopea de Radio Nacional tomada por la Apdayc.
Si Radio Incahuasi –la que Haya usaba para mandar a insultar a sus enemigos- estuviese en el dial, la sacarían del aire por hacerle competencia desleal a la RPP de Vargas.
Pero, bien, el problema ya no es Vargas, que ha decidido ser, como en el viejo icono de la RCA Victor, la voz del amo y jugar a la cocinita con su amigo Alan García.
El problema para mí, lo que me pone tenso y confundido como oyente y colega es no tener una respuesta para la siguiente pregunta: ¿por qué Augusto y Patricia no se ponen en sus trece, pierden el miedo escénico y hacen, sin miedo, las preguntas que (estoy seguro) quieren hacer?
Está muy bien que don Raúl Vargas quiera terminar sus días de radio como lo está haciendo –si Macera bailó con Fujimori, ¡imagínense!-, pero está mal que lo haga en compañía de dos periodistas respetables.
Patricia, Augusto: ¿pueden ustedes hacer algo? Los estamos viendo y escuchando.

sábado, 20 de febrero de 2010

POLANSKI GANA EL OSO DE PLATA DE BERLÍN AL MEJOR DIRECTOR


El director francés de origen polaco Roman Polanski es el ganador del Oso de Plata a la mejor realización en el 60º Festival de cine de Berlín por su película The Ghost Writer, sobre la persona que escribe las memorias de un ex primer ministro británico y descubre una trama sobre los secuestros de la CIA en Irak protagonizada por Ewan McGregor. El director no ha podido acudir a recoger el premio bajo arresto domiciliario en Suiza por una acusación de abuso de menores cometido hace 30 años en EE UU.

El Oso de Oro, máximo galardón que otorga el festival, ha recaído sobre la cinta Bal (Honey), del director turco Semih Kaplanoglu. La película, que no tiene guión y apenas tiene diálogo y argumento, cuenta la historia de un niño que se aventura en el bosque para encontrar a su padre perdido, un cuidador de abejas. La película rumana Eu cand vreau sa fluier (If I want to whistle, I whistle), de Florin Serban, un drama carcelero sobre un adolescente que se escapa de prisión para impedir que su madre se lleve a su hermano a Italia, ha ganado el Gran Premio del Jurado.

El premio al Mejor Guión ha recaído sobre la cinta china que abrió el Festival, Apart Together, del director Wang Quan'an, que logró hace unos años el Oso de Oro con La boda de Tuya. Por otro lado, los actores rusos Grigoru Dobrygin y Sergei Puskepalis han ganado el Oso de Plata a la mejor interpretación masculina por su trabajo en Kak ya Provel etim letom (How I ended this Summer) de Alexei Popogrebsky. La japonesa Shinobu Terajima ha ganado el mismo premio a la mejor interpretación femenina por la cinta Caterpillar, de Koji Wakamatsu.

El jurado del festival está presidido por el director alemán Werner Herzog y entre sus miembros están la actriz Renée Zellweger y el productor español José María Morales.

Asimismo, la película británico-brasileña Waste Land, proyectada en la sección Panorama de la Berlinale, ha ganado los premios Amnistía Internacional y también el correspondiente a la votación del público en esa sección del festival de cine. El filme, dirigido por Lucy Walker y de 99 minutos de duración, es un documental sobre el trabajo de la artista brasileña Vik Muniz, centrado en su instalación en el Jardim Gramacho en uno de los mayores vertederos de basura del mundo, en Rio de Janeiro.

La película ha sido la más votada por el público asistente a las proyecciones de la sección Panorama, premio que se entregará mañana, en el denominado "Día del Espectador" con que concluye la Berlinale. Waste Land recibirá también el premio de Amnistía Internacional, ex aequo con la producción palestino-egipcia Son of Babylon, dirigida por Mohamed Al-Daradji.

El jurado de ese galardón destacó el alto valor y compromiso político y social de ambos filmes y por eso ha decidido otorgar la distinción por duplicado. Son of Babylon es un road movie que relata con sentido del humor la situación en Irak unas semanas después del hundimiento del régimen de Sadam Husein a través de un niño kurdo que recorre el norte del país en busca de su padre.

Anteriormente a los Osos oficiales se otorgan una serie de galardones independientes, como los de Amnistía y el del Público, así como el de la crítica internacional, FIPRESCI, que se dio a conocer ayer.

El FIPRESCI correspondiente a la sección Forum recayó en el joven cineasta colombiano Oscar Ruiz de Navia, por su ópera prima El vuelco del cangrejo. La película plantea la fábula de un hombre, en pleno estancamiento vital y existencial, atrapado en un pequeño pueblo del Caribe, incapaz de reorientar su rumbo. El filme ganador del FIPRESCI de la sección a concurso fue el danesa En Familie, de Pernille Fischer Christensen, mientras que en el apartado Panorama ganó la japonesa Parade, de Isao Yukisada.

 Esto es lo que escribió Leonardo García Tsao, crítico de cine mexicano del Diario La Jornada, presente en la Berlinale, sobre Bal (Miel, 2010) la pelicula ganadora del Oso de Oro....y de yapa un breve apunte sobre Shutter Island de Martin Scorsese.

http://www.jornada.unam.mx/2010/02/18/index.php?section=opinion&article=a07a1cul


Para probar la huella deleble que la mayoría de las concursantes deja en la memoria, ayer se me pasó mencionar a la representante turca Bal (Miel), de Semih Kaplanoglu, tercera parte de su trilogía autobiográfica –que podría llamarse del Desayuno Nutritivo– completada por Leche (2008) y Huevo (2007). No trata de nada más apasionante que un niño tartamudo en busca de su padre, un recolector de miel, en un bosque misterioso. Una muestra más del minimalismo de moda, con algunos encuadres bien logrados… y algo desesperantes si uno es impaciente. Esa es otra característica común de esta Berlinale: las competidoras en general han sido cortas, con una duración promedio de 90 minutos, pero parecen durar eternidades.
Hasta ahora, la única película en la sección oficial con alto grado de estilización formal e inspirada elaboración del artificio –vaya, la única película, para acabar pronto– ha sido Shutter Island, de Martin Scorsese. Los detractores que enfrenté en un principio –y fueron la mayoría de los colegas– han admitido que hasta volverían a verla con gusto, ante el posterior desarrollo de la Berlinale. Gran paradoja, pues se exhibió fuera de competencia y es uno de los contados casos que prescinden de la promoción de un festival internacional, al ser parte de la maquinaria hollywoodense. Pronto se estrenará en la mayoría de las pantallas del mundo.

MUERE ALEXANDER HAIG, CONTROVERTIDO MILITAR Y POLÍTICO NORTEAMERICANO


Alexander Haig encarnó el prototipo del militar, del héroe de guerra y del político en los Estados Unidos de América del siglo XX. Fue un personaje del sistema, para el sistema, que solo el sistema podía prohijar. 
El General Haig fue un hombre brillante y lleno de sombras a la vez: conservador, belicista, arrogante, conselieri de pocas pulgas, estratega mayor, antilatinoamericanista y anticomunista; con él acaba un periodo y un estilo de hacer política exterior en el mundo.
Sindicado (erróneamente) como el informante que desde las entrañas mismas de la seguridad norteamericana suministró información a Bob Woodward y Carl Bernstein para que documentaran sus reportajes en el Washington Post y pusieran en tela de juicio la constitucionalidad de la Administración Nixon; Alexander Haig negó -una y otra vez- ser "Garganta Profunda". Como negó los eufemismos y las medias tintas durante toda su carrera como funcionario público.
Cuando pensamos en personajes como Robert McNamara o Alexander Haig los asociamos automáticamente -sin mucha justicia o razón- a personajes literarios o cinematográficos como los Doctor Strangelove de Stanley Kubrick o el Coronel Kurtz de Apocalypse Now Redux; o con el personaje anónimo, breve, civil, silencioso de la película de Coppola (interpretado por el famoso editor de Hollywood Jerry Ziesmer) que sentado en una mesa en un campamento militar en Vietnam del Sur, le ofrece un cigarrillo al Teniente Willard (Martin Sheen). Y tan pronto termina de escuchar la misión encomendada a Willard, con una mirada batracia le dice: "Actúe con perjuicio extremo".
Alexander Haig fue interpretado en el cine por el actor Powers Boothe en la que quizá sea la mejor película de Oliver Stone, Nixon (1995).

 Tomado de EL PAÍS de España y el portal Wikipedia.-

 
Alexander Haig (nacido en diciembre de 1924), que fue secretario de Estado de EE UU durante el Gobierno de Ronald Reagan, ha fallecido hoy en Baltimore (Maryland) por complicaciones asociadas con una infección, según ha informado su familia. Haig, jefe de la diplomacia estadounidense del 22 de enero de 1981 al 5 de julio de 1982, estaba ingresado desde el pasado 28 de enero en estado crítico en el hospital Johns Hopkins de Baltimore.

El presidente de EE UU, Barack Obama, ha expresado su pésame a la familia de Haig, a quien ha calificado de "gran estadounidense que sirvió a su país de manera distinguida". Por su parte, la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha dicho sentirse "profundamente entristecida" por la noticia y ha elogiado su carrera.

Nació en una familia católica de Philadelphia, Pennsylvania. Tras acudir a colegios católicos de la ciudad, ingresó en la Universidad de Notre Dame por un año, antes de trasladarse a la academia militar de West Point, donde se graduaría en 1947. Entre 1954 y 1955 estudió en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, y en 1961 realizó un master en Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown, con una tesis sobre el papel del ejército en la política nacional.

Asignado como asesor al General Douglas MacArthur durante la ocupación de Japón, sirvió a las órdenes de este en la Guerra de Corea (1950-1951). Haig fue el encargado de mantener el mapa de situación, y de ofrecer al General MacArthur una sesión informativa diaria sobre los eventos en el campo de batalla. En Corea, participó en siete campañas militares, entre ellas la Batalla de Incheon, la Batalla de la Reserva de Chosin, y la Evacuación de Hungnam. Fue condecorado con dos Estrellas de Plata al heroísmo, y una Estrella de Bronce.

Fue destinado a Europa en los años 50, y en 1960 volvió a los Estados Unidos como profesor en la academia militar de West Point, y oficial del Departamento de Defensa. Trabajó en la oficina del adjunto al Jefe de Personal de Operaciones en el Pentágono (1962-1964), y como asesor militar del Secretario de la Marina Stephen Ailes (1964), y asistente del Secretario de Defensa Robert McNamara (1964-1966).

Volvió al campo de batalla en 1966, como comandante de un batallón de la 1ª División de Infantería en la Guerra de Vietnam. En marzo y abril de 1967, en Ap Gu, a 110 kilómetros de Saigón, el 1º batallón del 26º de Infantería de la 1ª División, dirigido por Haig, libró la última batalla importante de la segunda fase de la Operación Junction City contra el Vietcong. Cuando sus tropas quedaron inmovilizadas por fuerzas del Vietcong que los triplicaban en número, Haig, en contra de las recomendaciones, montó en helicóptero para volar hasta el punto de contacto y tener una visión general del campo de batalla. El helicóptero fue derribado, pero el coraje y determinación mostrado por Haig inspiró a sus hombres en dos días de lucha mano a mano con el Vietcong. A pesar de la inferioridad numérica, los hombres de Haig fueron capaces de dar muerte a 592 soldados vietnamitas.

Promovido al rango de Coronel, Haig fue condecorado por el General William Westmoreland con la Cruz al Servicio Distinguido, la segunda condecoración más importante al heroísmo. También recibió la Cruz Distinguida de Vuelo, y el Corazón Púrpura.

A su vuelta a los Estados Unidos, se incorporó como asistente militar al equipo del Consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger, en la nueva Administración Nixon (1969-1970). En 1970, el Presidente Nixon lo promovió para Adjunto al Consejero de Seguridad Nacional (1970-1973). En esa responsabilidad defendió bombardeos masivos contra Camboya y Vietnam del Norte, y ayudó al presidente Nguyen Van Thieu, de Vietnam del Sur, a negociar el alto el fuego en 1972. También pidió al FBI que pinchara los teléfonos de catorce oficiales del Gobierno, y tres periodistas, para averiguar quién estaba filtrando información reservada a los medios.

En 1973 fue nombrado Vice-jefe de Estado Mayor del Ejército.


El 30 de abril de 1973, H.R. Haldeman dimitió como Jefe de Gabinete del Presidente Nixon, y Haig fue reclamado para cubrir la vacante. Le tocó dirigir el Gabinete presidencial en los quince últimos meses de mandato de Nixon (mayo de 1973 - agosto de 1974). Se ganó la reputación de buen administrador en el manejo de los asuntos del día a día en medio de la crisis provocada por las investigaciones sobre el escándalo Watergate. También se dedicó a vigilar al Presidente en momentos de crisis personal. Sólo él y otras dos personas, Rosemary Woods, secretaria personal del Presidente, y Stephen Bull, asistente del Presidente, tuvieron conocimiento de la supresión de algunas partes de las cintas entregadas a la justicia, de las grabaciones efectuadas en el Despacho Oval.

Si bien en un primer momento aconsejó a Nixon que resistiera, más tarde fue uno de los que le convencieron de la necesidad de dimitir. Dirigió la transición presidencial en los primeros días de mandato de Gerald Ford, y jugó un papel importante para que el nuevo Presidente otorgara el perdón a Nixon.

El 1 de noviembre de 1974, el Presidente Ford lo nombró Comandante Supremo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En esa responsabilidad defendió el papel de la OTAN como garantía contra los procesos revolucionarios en Europa. Frente los aires revolucionarios en Portugal, la Alianza participó en un movimiento de presión para hacer volver las cosas a la normalidad; además de las presiones del Fondo Monetario Internacional, se vio la presión de la OTAN, para volver atrás el proceso revolucionario portugués. En Italia advirtió contra la posible injerencia de los comunistas en ministerios claves como Defensa, Interior y Asuntos Exteriores. Y en España abogó por la estabilización del proceso democrático interno, y el pronto alineamiento del país en la OTAN.

El 25 de junio de 1979, escapó de un intento de asesinato en Bélgica por parte de la Facción del Ejército Rojo. Los terroristas alemanes colocaron una mina terrestre al paso de la comitiva del General Haig, hirieron a tres de sus guardaespaldas que viajaban en otro coche.
Ese mismo año, Haig se retiró definitivamente del ejército, y pasó a ocupar la presidencia de United Tecnologies, sociedad vinculada a la fabricación de material militar.

En sus años como Comandante Supremo de la OTAN, se había ganado la atención de los sectores políticos conservadores en EEUU, gracias a su oposición a la decisión del presidente Jimmy Carter de cancelar la bomba de neutrones, y sus reservas sobre el tratado SALT II. Y a finales de 1980 fue recomendado al Presidente electo Ronald Reagan para ocupar el cargo de Secretario de Estado. Tras un tumultuoso proceso de confirmación en el Senado, en el que se puso en cuestión su papel durante la Administración Nixon, fue confirmado gracias a su condición de héroe de guerra con 93 votos a favor y 6 en contra. Se convirtió en el segundo militar de carrera en ocupar ese puesto -el otro había sido George Marshall.

Entre sus prioridades estaría hacer frente al expansionismo soviético, con especial énfasis en América Central, donde consideraba que el poder soviético se había transformado de defensivo a ofensivo. Trazó una línea estratégica en el canal de Panamá para fijar los límites de la zona de seguridad de EEUU. Dentro de esa zona se incluían Nicaragua, Guatemala, y El Salvador, países de interés supremo para EEUU. Para Haig, el principal peligro para la Seguridad Nacional era que el límite de seguridad llegara hasta la frontera con México. Impulsó las primeras acciones encubiertas contra las guerrillas de Guatemala, el Frente Farabundo Martí de El Salvador, y el Gobierno sandinista de Nicaragua; y el fortalecimiento del cuerpo diplomático norteamericano en la vecina Honduras, un aliado.


Aunque los aliados apreciaron su designación por su conocimiento de los problemas europeos, pronto desconfiaron de sus modales ariscos y destemplados. Una de sus primeras decisiones como Secretario de Estado fue prohibir al embajador soviético Anatoly Dobrinin, decano del cuerpo diplomático de Washington, estacionar su coche en el aparcamiento del Departamento de Estado, en un espacio privilegiado que un día le concediera por cortesía Henry Kissinger. Y en noviembre de 1981, indignó a los aliados europeos al advertir que EEUU tenía previsto en sus planes utilizar una bomba atómica en Europa en caso de una agresión convencional soviética.

Su estrategia agresiva logró algunos éxitos, como la paralización de la diplomacia soviética en los últimos meses del gobierno de Leonid Breznev, o cierto acercamiento a los partidos socialdemócratas europeos, destacando su apoyo a la alternativa ganadora de Felipe González en España. Pero lo condenaron sus malas relaciones con otros departamentos del Gobierno. Trató de introducir una completa red de ayudantes en el Departamento de Estado y en otros organismos de la Administración. El Consejo de Seguridad Nacional y el Pentágono sufrieron sus continuas intrigas para ampliar su red de poder. Pero nunca logró ganarse la confianza del Presidente Reagan, ni acceder a su círculo personal.
Para su segundo año como Secretario de Estado, ya había creado suficientes resistencias en el servicio diplomático y antipatías extranjeras como para hacer recomendable su alejamiento. Dimitió en julio de 1982.

Mientras el presidente Ronald Reagan era operado en el Hospital George Washington después de haber recibido un balazo, Haig fue el encargado de informar de lo ocurrido a los Gobiernos aliados y a la Unión Soviética. Y ante la ausencia del vicepresidente George Bush, que se encontraba de viaje en Texas, Haig tomó el mando en la reunión de urgencia del Gabinete en la Sala de Situaciones de la Casa Blanca.

El subsecretario de prensa Larry Speakes fue preguntado por los periodistas sobre quién estaba al mando del Gobierno. "No puedo responder a esa pregunta en este momento", fue su respuesta. Tras escuchar a Speakes, Haig irrumpió en la Sala de Prensa de la Casa Blanca para decir: "Constitucionalmente, caballeros, tenemos al Presidente, al Vicepresidente y al Secretario de Estado, en ese orden. Si el presidente decidiera que quiere traspasar los poderes al Vicepresidente, lo podrá hacer. Mientras tanto, yo estoy al mando aquí, en la Casa Blanca, pendiente de la vuelta del Vicepresidente y en contacto con él."


Lejos de tranquilizar a la población, sus palabras fueron interpretadas como un exceso en su autoridad. En sus palabras, Haig se saltó la Constitución. El tercero en la línea de sucesión es el Speaker of the House y el cuarto el Presidente pro tempore del Senado. Más tarde se defendió asegurando que no hablaba en términos legales.

Tras la invasión de las islas Malvinas por parte del ejército argentino, y en contra de la opinión de otros elementos de la Administración Reagan, Alexander Haig creyó que EEUU debía desempeñar un papel de mediador, para evitar que América latina reaccionara contra EEUU si se ponían en forma automática del lado británico. El 8 de abril de 1982, inició una intensa gira diplomática de varias escalas por Londres y Buenos Aires.

Su primer planteamiento se basó en intentar persuadir a las dos partes -Argentina y Reino Unido- de aceptar algún tipo de administración provisional neutral, con posterioridad a la retirada de Argentina, que se hiciera cargo de la administración de las islas mientras se decidía su futuro a largo plazo. Sus propuestas incluían la creación de una comisión, en sustitución del Gobernador, compuesta por representantes de Estados Unidos, Reino Unido y Argentina, que actuarían de forma conjunta para asegurar el cumplimiento del acuerdo de paz que se alcanzara, y las negociaciones en cuanto a una solución duradera se desarrollarían en función de los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas.

Pero los argentinos se resistían a la necesidad del retiro de sus tropas de las Malvinas, tal y como señalaba la Resolución 502 de las Naciones Unidas, y los británicos mantenían que la soberanía británica debía prevalecer, y la administración británica debía ser restaurada. Los esfuerzos de Haig fracasaron y el 19 de abril volvió a Washington.

John Dean, ex consejero del presidente Richard Nixon, publicó en 1982 un libro en el que señalaba a Alexander Haig como la fuente secreta del Washington Post en el escándalo Watergate. Haig desmintió las acusaciones y las describió como debidas a motivaciones comerciales de Dean. En 2005 se confirmó que la identidad de Garganta Profunda correspondía en realidad a Mark Felt, antiguo número dos del FBI.
En 1987 presentó su candidatura a la nominación del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 1988. Cuando abandonó la carrera por falta de apoyos, prestó su apoyo al Senador Bob Dole, de Kansas, y criticó duramente al vicepresidente George Bush. Siempre pensó que Bush tuvo parte de responsabilidad en su rápida salida del Departamento de Estado, porque lo consideraba un futuro rival.


Colonel Lucas: Your mission is to proceed up the Nung River in a Navy patrol boat. Pick up Colonel Kurtz's path at Nu Mung Ba, follow it and learn what you can along the way. When you find the Colonel, infiltrate his team by whatever means available and terminate the Colonel's command. 
  Willard: Terminate the Colonel? 
  General Corman: He's out there operating without any decent restraint, totally beyond the pale of any acceptable human conduct. And he is still in the field commanding troops.
Civilian: Terminate with extreme prejudice. 
  Colonel Lucas: You understand, Captain, that this mission does not exist, nor will it ever exist...