sábado, 30 de abril de 2011

DOS OPINIONES INTERESANTES



LA VIEJA INDECENCIA

Por César Hildebrandt.

http://lamula.pe/2011/04/30/la-vieja-indecencia-por-cesar-hildebrandt/rafaelponc


El único mérito que puedo concederme en esta vida moteada de algunos éxitos y muchos fracasos, en esta carrera ingrata que me eligió, en este oficio artesanal de tratar de encontrar la verdad que a pocos importa y las mentiras que ya no escandalizan, el único mérito que me concedo, digo, es no haber cedido a la tentación del medio: resígnate, así es el Perú, tolera lo que todos, créele a los idiotas de la derecha, a los que hacen negocios turbios y a la vez editorializan en relación con “los valores de la democracia” (cuando la verdad es que se zurran en ella y en lo que significa).
Naces en este país hermoso y complicado y la primera sugerencia que te asalta es la del estoicismo: quédate quieto, tranquilo hermano, así es esta vaina, esto no lo arregla ni el sillau.
Y se te puede pasar la vida haciéndote el de la vista gorda, haciéndote el loco y asistiendo con cara de palo a las grandes mecidas.
- Nada puedes hacer, esas son las reglas –susurra el aire tóxico de Lima-.
- Esto no lo ha cambiado nadie –remacha una sombra, la sombra de lo que pudiste ser-.
Me van a perdonar pero yo jamás creí en eso. Jamás hice el muertito en el mar de los sargazos de las voluntades, quebradas o roídas. ¿Por qué? Porque siempre creí que en el país de las cabezas gachas había que mirar lo más lejos que se pudiera. Porque viendo a las hormigas a uno le dan ganas de volar.
porque hay belleza en la rebeldía y una flácida fealdad en el conformismo.
Porque, en fin, siendo un viejo creyente del agnosticismo siempre he pensado que Jesucristo fue un hombre revoltoso asesinado por el orden imperante. Y que sin la rebeldía de Cáceres habríamos detenido nuestra historia en el mísero Iglesias. Y que sin la rebeldía de De Gaulle los franceses habrían tenido que arrastrarse junto a Petain, ese gran derechista pro nazi.
Mi generación ha fracasado. Pudimos tener a un refundador del país y construimos a García. Pudimos tener a un inconforme consagrado por las multitudes, a alguien que estuviese más impulsado por el amor que por el odio, pero nos detuvimos en Robespierre y en sus encarnaciones criollas.
Pudimos tener un país y lo que permitimos fue un mal. Ahora la pelota está en el tejado de los jóvenes. De ellos dependerá que este país cambie de verdad.
Hace como mil años que vivimos hablando en voz baja, consintiendo.
Hablamos bajito cuando los incas podían desollarte. Y más bajito cuando los españoles te podían trocear. Y todavía con murmullos cuando fuimos libres de boca para afuera pero súbditos de los sucesivos caudillos que creían que el Estado era un bien raíz y una chacra para los amigotes.
Así fuimos haciendo esta gran Aracataca. Macondio hicimos.
Pensar era –y es- una anomalía. Disentir, una provocación. Rebelarse, una extensión de la locura. En un país dominado por la injusticia hablar de la injusticia te podía costar El Frontón. Y luchar contra ella la vida.
Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es sólo el título de un libro de Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes vendedores mayoristas de su propio país.
- Todos roban –te dicen-. Y eso es casi una invitación a robar. Porque si todos roban, ya nadie roba.
- Aquí no hay castigos ni recompensas, todo se olvida –te muelen repitiéndolo-. Y eso es otra incitación a la impunidad.
Lo criollo es también esta salsa espesa de quietud egoísta. Las verdaderas tradiciones peruanas no son las de Ricardo Palma: son decir sí y estar en la foto.
¿Exigir cambios? Eso es –dicen los que cortan el jamón y los idiotas de sus services- de chavistas, rojos, perfeccionistas, amargados y renegones.
En el Perú la ira de los pobres se combate con misas o balazos y hay un estoico agazapado en cada futuro, detrás de la maleza de los días. Y cuando estemos lo suficientemente ablandados, vendrá el tiro de gracia. Y cuando venga el tiro de gracia, cuando ya no pienses sino en ti mismo y bailes solo en la loseta ínfima que te asignaron, ese será el día final de tu hechura: serás uno de ellos. Hablarás como ellos, maldecirás como ellos, venderás como ellos. Y, sobre todo, harás lo que ellos: negar al otro y sólo reconocerte entre los tuyos.
Que los jóvenes aprendan la lección. Nada cambiará si no matamos la resignación.
Porque la democracia no consiste en votar de vez en cuando. Consiste en ejercer la libertad a cada rato.
Los esclavos no aman la libertad –esa es una mentira altruista-. Sólo los libres pueden amar la libertad y defenderla.
La mansedumbre no es madurez sino derrota. El aguante es la amnistía crónica. La docilidad es lo que se le exigía a los negros carabalíes embarcados a la fuerza en el puerto de Macao.
La libertad no mata. La paciencia es una mentira teologal que contradice a Cristo y que Cipriani aplica en cada hostia. Cristo fue impaciente. La vida es una ráfaga impaciente.
Los peruanos no nacimos un día en el que Dios estuvo enfermo, como decía Vallejo de sí mismo. Naceremos el día en que sepamos apreciar el vértigo creador de la palabra desacato. El desacato no es el caos. Caos es lo que vendrá cuando las presiones sociales, contenidas por el plomo y la mentira, revienten otra vez.
Y ahora sería un magnífico desacato, un descomunal acto de rebelión democrática o dejarse engatusar por quienes quieren, en el colmo de la indignidad, que premiemos a la hija de un ladrón y asesino –ladrona ella misma al gozar del dinero robado- con la presidencia de la República.
Y todo por cerrarle el camino a un señor que quiere cambiar algunas cosas. Sólo algunas cosas. Un señor al que la experiencia ha moderado y que se ha comprometido a no hacer experimentos anacrónicos. Pero que sí quiere que las mineras paguen lo que deben, que los impuestos sean más directos, que los viejos estén menos desamparados, que haya menos hambre y que la pobreza rural se atenúe todo lo que se pueda sin desbaratar la economía. Y que quiere también que el gas peruano abastezca primero a los peruanos y que los grandes proyectos de exploración y explotación de la minería y del petróleo se concilien con los intereses nativos y las normas ambientales que no se están cumpliendo.
La derecha quiere volver a demostrarnos que siempre gana. Presentó cuatro candidatos –cuatro variaciones de la misma melodía: Castañeda, Toledo, PPK y K. Fujimori- y los cuatro perdieron.
Ganó un hombre gris que propuso algunos cambios. Y lo peor: sale la primera encuesta pos primera vuelta y el hombre sin demasiados atributos ¡sigue ganando! Y sigue ganando porque Lima, este espanto, no es el Perú. Porque el gobierno de Las Casuarinas está en crisis. Porque el modelo García, una combinación de Caco con Friedman, drena sanguaza.
Entonces, la derecha propone liquidar, de una vez y para siempre, esta pesadilla que aturde al dólar, baja las acciones, hace chorrear el rímel. Para eso están su tele, su radio, sus periódicos. Y se deciden por lo previsible: la campaña del terror.
Sólo el terror podrá salvarlos. Porque saben que su prontuariada candidata es impresentable aun para 75 por ciento de peruanos. Lo único que cabe, entonces, es bombardear al incómodo reformista con todos los B-52 de la calumnia, el rumor, la mugre, la idiotez que los cándidos pueden propagar. El propósito es el homicidio político del hombre que propone algunos cambios. Y los muertos no pueden ganar elecciones.
Hablan de intromisión extranjera los que quisieran anexarse a los Estados Unidos o al Chile potente que sus tatarabuelos dejaron entrar con su cobardía y su desunión. Denuncian que la libertad de prensa peligra quienes despiden a periodistas que se niegan a sumarse al lodo de la campaña contra Humala. Y advierten que el empleo está amenazado quienes han creado la mayor cantidad imaginable de empleos-basura y services explotadoras.
Y a todo esto le llaman “elecciones democráticas”. A ensuciar la inmundicia le llaman “debate”. Y no tienen problema alguno bancado a una candidata indecente. Ellos representan la vieja indecencia de las encomiendas, las ladronas leyes de consolidación, el festín del guano. La señora K. Fujimori les cae como anillo al dedo.

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POR FAVOR, NO INSISTAN



Por Patricia Del Río.

De todos los argumentos que me han encajado cuando digo que no quiero votar por Keiko Fujimori, creo que el que más me perturba es el que me pide que tenga en cuenta a mi hijo: “Tienes un niño pequeño, qué clase de futuro le estás entregando”. “¿No te das cuenta de que tienes que sacrificarte por él, para que los comunistas no tomen el país?” “¿Tú quieres que se muera de hambre, que le nacionalicen su colegio?”. Este tipo de frases, debo decir bien intencionadas, suelen provenir de personas que se sienten obligadas a votar por Fujimori porque el pánico que le tienen a Humala es mayor. Están convencidas de que si Ollanta Humala aplica todo lo que promete su plan de gobierno, nuestro país retrocederá buena parte de lo avanzado y la economía se irá al traste.
Y tienen razón. El proyecto de Gana Perú no solo ofrece un viaje al pasado en lo que a medidas económicas se refiere, sino que está redactado con una carga ideológica confrontacional que lo hace muy agresivo y revanchista. Si bien es rescatable su preocupación por promover una mejor distribución de la riqueza; las soluciones que propone a los desesperantes efectos de la desigualdad son arcaicas, pleitistas, e inaplicables. ¿Da miedo? Por supuesto que sí, y por eso no me atrevería a darle jamás mi voto a un proyecto tan irresponsable y virulento. Sin embargo, todo el miedo del mundo no puede justificar mi voto por Keiko Fujimori.
¿Por qué? Pues justamente porque tengo un hijo y creo que eso me obliga, hoy más que nunca, a no dejar de lado mis principios por mis temores. Aunque para muchos suene demasiado caviar, o demasiado idealista, creo en la democracia, que el gobierno de Alberto Fujimori desvalorizó. Creo en el respeto a las reglas que nos permiten vivir en sociedad, y que durante el fujimontesinismo se retorcieron y acomodaron a los intereses y apetitos individuales. Creo en la defensa de la vida y de la libertad que se vulneraron impunemente. Creo que ningún país debería reelegir a quienes usaron el poder que les otorgó el voto popular para robar y matar. Y eso, nos guste o no, fue lo que vivimos en la década de los noventa. Y aunque hoy queramos olvidar para votar por Keiko sin remordimiento, no se puede, porque ahí están las pruebas. Ahí están grabadas horas de horas de corrupción y chantaje en los vladivideos. Ahí están los muertos de Barrios Altos y la Cantuta. Ahí están Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori presos, purgando condenas de más de veinte años por esos crímenes que hoy muchos quisieran desaparecer.
Algunos insistirán en que Keiko Fujimori no es su padre. Que la corrupción no se hereda. Que los fujimoristas no van a hacer lo mismo que antes, que ya aprendieron. Puede ser, pero ese no es el punto. La decisión de no votar por Keiko Fujimori no está motivada por lo que ella vaya a hacer o no en un eventual gobierno suyo, sino por lo que el fujimorismo, que ella representa y defiende, ya hizo. Está bien que Keiko se disculpe por los crímenes cometidos durante el gobierno de su padre. El país hace rato se merecía esas y más muestras de arrepentimiento. Pero una cosa es pedir disculpas y otra pedir votos que den segundas oportunidades a quienes, en el fondo, consideran que Alberto Fujimori fue el mejor presidente de la historia del Perú.
Miro a mi hijo jugando con sus trenes mientras termino de escribir esta columna y se me encoge el corazón. Me encantaría asegurar su futuro que hoy luce incierto. Me encantaría que mis decisiones lo protegieran para siempre. Pero sé que eso es imposible. Lo único que puedo hacer es ser consecuente. Si hoy le digo que nada de aquello en lo que creo importa, si le enseño que mis convicciones se moldean a la conveniencia del momento, con qué cara lo enfrentaré después. De qué argumentos me sostendré para educarlo. Miro a mi hijo, y ya sé lo que tengo que hacer. Así que por favor no insistan. Yo también tengo miedo pero no voy a votar por Keiko Fujimori.

ERNESTO SÁBATO (1911-2011)


FALLECE EL ESCRITOR ARGENTINO ERNESTO SABATO

Soledad Gallego-Díaz - desde Buenos Aires, Argentina

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Fallece/escritor/argentino/Ernesto/Sabato/elpepucul/20110430elpepucul_2/Tes

Ernesto Sabato, el gran escritor argentino autor de Sobre héroes y tumbas y El túnel, pero también el hombre atormentado y horrorizado que presidió la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) ha fallecido en la madrugada de hoy sábado, dos meses antes de cumplir 100 años. Sabato, que iba a ser objeto mañana de un homenaje en la Feria del Libro de Buenos Aires, padecía una bronquitis que no pudo superar, según ha anunciado su compañera Elvira González Fraga. El velatorio se realizará en la localidad de Santos Lugares, muy cerca de la capital porteña, donde tenía su domicilio.
Descendiente de padre italiano y madre albanesa, Sabato está considerado como uno de los grandes de la literatura latinoamericana no solo por sus novelas, incluida Abaddón el exterminador, sino también por su amplia obra ensayística sobre la condición humana. Obtuvo el Premio Cervantes en 1984, ocasión en la que pronunció un discurso en el que describió a El Quijote como "un simple mortal, tierno desamparado, andariego, el hombre que alguna vez dijo que por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida".

Sabato tuvo también una vida andariega, marcada por la literatura y por su compromiso ético que le llevó al final de su vida a declararse mas cercano al "anarco-cristianismo" que al activo comunismo de su juventud. El escritor empezó su vida profesional como físico, en Zurich (Suiza), pero muy rápidamente comenzó su actividad literaria y su amistad con el Grupo Sur, donde conoció a Victoria Ocampo y a Jorge Luis Borges, con quien mantuvo siempre una relación conflictiva pero que dio origen, en 1976, a un hermoso libro titulado Diálogos con Jorge Luis Borges.
Su primera gran novela, El túnel (1948), un agudo ensayo psicológico, lleno de ironía, pero también de amargura y del pesimismo que marcaría toda su obra posterior, le proporcionó un inmediato reconocimiento no solo en Argentina sino internacional. Su segunda novela Sobre héroes y tumbas, que incluye su estremecedor Informe sobre ciegos, le confirmó como un autor extremadamente original y le colocó entre ya entre los autores mas grandes en lengua española.
La vida y la importancia de Ernesto Sabato, no se comprende sin su faceta de luchador por los derechos humanos y su compromiso contra la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983pese a que en los primeros meses del golpe participó en una comida con el general Jorge Videla, a la que asistió también Jorge Luis Borges. Sabato cambió de opinión al conocer los continuos asesinatos y abusos contra los derechos humanos que protagonizaba la dictadura y, como ha recordado la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, "firmó todas las peticiones que pudo reclamando la aparición con vida de quienes habían sido secuestrados".
Terminada la dictadura, Ernesto Sabato recibió el encargo del primer presidente democrático, el radical Raúl Alfonsín, de formar parte de la recién creada CONADEP. El equipo de investigación de la Comisión recogió el testimonio y documentó minuciosamente 8.960 desapariciones y la existencia de 340 centros de detención ilegal y tortura. El informe titulado "Nunca Mas", pero conocido también sencillamente como Informe Sabato, fue entregado a Alfonsín en un acto inolvidable para la inmensa mayoría de los argentinos, el 20 de septiembre de 1984, y dio origen al procesamiento y condena de los máximos responsables de las juntas militares de la dictadura, que fueron enviados a la cárcel. Sabato se opuso siempre a las leyes de Punto Final y a los posteriores indultos concedidos por el peronista Carlos Menem.
Ernesto Sabato sufrió durante años una fuerte depresión y pasó sus últimos días recluido en su domicilio, sin escribir prácticamente pero pintando, su segunda vocación artística, que siempre supo compaginar con la literatura. "La razón no sirve para la existencia", afirmaba. No quería que se le encasillara en ninguna tendencia literaria: "Tengo con la literatura la misma relación que puede tener un guerrillero con el ejército regular". Sabato afirmaba creer en el hombre, "a pesar de ser el animal más siniestro. "La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, hay que morirse", se quejaba.

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LA AGONÍA DEL OLVIDO INUSTO

Por Abel Posse

http://www.lanacion.com.ar/1369658-la-agonia-del-olvido-injusto

Compartir.La peor agonía para un creador es la del olvido injusto, el ninguneo. Y nuestra sociedad bastante enferma no le ahorró esa ingratitud.
Su carácter conflictivo y muchas veces arbitrario se dibujaba en las arrugas de su frente. Le dolía la Argentina, le dolía el mundo y vivió con intensidad la obvia falta de soluciones que toda generación padece.
Intentó la grandeza en tiempos que la Argentina, en todas sus manifestaciones creativas, no dudaba de ser un país de primer orden.
Su formación es admirable: pensamiento marxista, la filosofía existencial, el humanismo de Camus y de Sastre, la experiencia científica concretada en sus estudios en Francia, donde como físico se aproxima al conocimiento nuclear.
Pero al mismo tiempo, el demonio libertario de la creación literaria lo aleja del racionalismo gnoseológico y lo lleva a optar, con la joven Matilde, su esposa, a encerrarse en una tapera bucólica en Córdoba para crear los fundamentos de su literatura: ensayos Uno y el Universo, Hombres y engranaje, Heterodoxia y tantos otros.
Pero comprende que la novela (la gran novela en el sentido de los maestros rusos Dostoyevski, Tolstoi o de los alemanes Mann, Hesse; o Proust y Joyce), son el camino de una visión total del hombre y de la vida, una Weltanschauung.
Tal vez el momento más intenso de amor y creación lo vive con Matilde en su rancho cordobés, donde planifica y escribe su obra mayor, Sobre héroes y tumbas. En ella se propuso una visión total de la Argentina, desde su historia (evocada en la personalidad trágica de Lavalle con el poema en prosa, la elegía, de su muerte y el cruce del altiplano llevado por sus fieles). Dibuja estilos sociales, felicidades, personajes pintorescos, perversos de alcurnia, y la desesperación de los jóvenes ante un mundo de respuestas equivocadas. La época coincide con la caída del peronismo.
Sabato logra escribir un libro argentino que tuvo repercusión internacional amplia. Junto a Borges y Cortazar, ocupó el terceto de la fama literaria argentina.
Vanidoso, irónico, conflictivo, atento con los jóvenes, independiente en política, renegado del marxismo totalitario (incluida la Cuba castrista). Empeñadamente antiperonista, su figura era la de un anarquista liberal, un anarquista crítico.
Prefirió expresarse al cómo expresarse. En Abaddon, el Exterminador, de 1984, intentó avances en el ocultismo y en las quiebras de la espiritualidad occidental.
Fue premiado, alabado, invitado, pero en estas dos últimas décadas, injustamente relegado, se le dedicó una especie de silencio perverso como si hubiese vivido más tiempo del que sus enemigos consideraban adecuado.
En un momento de eclosión de la gran literatura latinoamericana (Rulfo, Guimaraes Rosa, Borges, Lezama Lima, García Marquez, José María Arguedas) el lenguaje literario de Sabato tenía mucha intensidad pero tal vez menos creatividad estética.
Con sus errores, su vanidad, sus compromisos, su voluntad argentina, su fe en el conocimiento literario, Sabato es una personalidad grande que dedicó la vida a escudriñar luces y bajones de sombra.
Se resistió a aceptar la idea de un laberinto sin salida.

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LA LITERATURA COMO MALESTAR EN EL MUNDO

Por Ernesto J. AYALA-DIP

http://www.elpais.com/articulo/cultura/literatura/malestar/mundo/elpepucul/20110430elpepucul_5/Tes

Ernesto Sabato llega a la novela cuando ve la posibilidad de salvar el callejón sin salida a que lo abocaba la ciencia. Esta idea la recoge en Uno y el universo (1945) y en Hombres y engranajes seis años después. En realidad el problema no desaparece porque él se incline definitivamente por la literatura, sino que en esta dimensión imaginaria puede aprehender y hacer comunicable ese insalvable abismo que el escritor argentino considera que separa la ciencia -su utilización de ella- del hombre. O del humanismo. Desde el abandono de la práctica de la ciencia -Sabato fue físico-, la novela le permite resituarse en el corazón de la verdadera existencia. Extraviado en la ciencia, el hombre no tiene más remedio que refugiarse en el arte. Atrapado en la red cosificadora de la práctica científica, el hombre puede encontrar en la novela su sed de misterio. Nunca creyó Ernesto Sabato en la crisis de la novela, aunque hacia los años sesenta se rebeló contra la dictadura estética de moda: el nouvelle roman (Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo, 1969). Siempre salvaguardó a esta de todos los intentos de redefinición, porque nunca dudó que fuera la novela el espacio ideal para airear los demonios del hombre contemporáneo.
En sus tres novelas, El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abbadón el exterminador (1974), el hombre se convierte en ser, sus personajes en indicios metafísicos y sus tramas en itinerarios infernales. Para Sabato el hombre es un misterio que vale la pena indagar. Desde el misterio el hombre debe combatir el racionalismo. Asi aprovecha Sabato el surrealismo y la impronta camusiana. La novela, con todos los recursos compositivos que la modernidad le presta, le sirven al autor para acercarse al amor, la muerte, el mal y el más severo pesimismo. Obligadamente resumido, éste es el perfil filosófico y narrativo de Sabato. Coherente, pertinaz en la búsqueda de verdades y pesimista en el diagnóstico moral del presente. En 1981 publica La robotización del hombre. Tres años más tarde le sigue Nunca más, terrible y dolorosa crónica de investigación sobre los desaparecidos durante la dictadura de los militares comandados por Rafael Videla. No es hasta 1999 que edita Antes del fin. Un texto autobiográfico, pesimista. Contradictorio y agustiniano. Radical en la premonición de un futuro desesperanzado. Su destinatario era la juventud argentina. Y en cierta manera, un libro de despedida.

Pero por sobre todas estas consideraciones y tantas otras como se puedan y deban consignar, Ernesto Sabato es el autor referencial de Sobre héroes y tumbas. Esta novela, que tantas discusiones e interrogantes abrió, le llevó al escritor argentino 13 años de trabajo infatigable. Para muchos de sus compatriotas esta es la novela de Alejandra Vidal. Para otros el relato de iniciación de Martín del Castillo. Para algunos el desasosegante, además de mil veces leído y releído y reinterpretado, Informe sobre ciegos. Para todos, la metáfora de una Argentina de historia convulsa, trágica y llena de enigmas históricos y políticos. Naturalismo, ironía, sarcasmos, la búsqueda de un sentido existencial, el enfrentamiento nihilista ante lo que no se puede explicar. Pero para mí, Sobre héroes y tumbas será siempre la primera novela argentina que leí. Y, sobre todo, para gran parte de la generación de argentinos a la que pertenezco, la novela de la hiriente, indescifrable y sublime Alejandra.

UN CANAL NO ES UNA CHACRA (Escribe Mirko Lauer, para el Diario LA REPÚBLICA)


Por Mirko Lauer

http://www.larepublica.pe/30-04-2011/un-canal-no-es-una-chacra

América TV anuncia que está subiendo a bordo a Jaime Bayly para recargar sus domingos. Como el Sr. Bayly viene precedido de la fama de haber tumbado la candidatura municipal de Lourdes Flores, debemos suponer que el objetivo del jale es usarlo para lo mismo en el caso de Ollanta Humala. Un tipo de práctica que no es nueva en el mundo de la TV.
Si este fuera el caso, me tomo la libertad de hacerle notar al Grupo La República, accionista de un 30% de ese canal, que podría reclamar que se contrate a un periodista adicional que realice las mismas tareas de Bayly, pero en sentido contrario, o al menos con un mayor sentido de la equidad. Así quedarían bien servidos los televidentes de ambas posiciones electorales.
Incluso, puestos a buscar, alguien como César Hildebrandt, hoy fuera de la TV, sería una contratación excelente, puesto que les viene repartiendo palo por igual a los dos candidatos. Una postura que hoy no carece de seguidores. Tendríamos así un servicio público de las ondas electromagnéticas, en lugar del uso de un bien compartido para fines políticos privativos.
Podría argumentarse que en América TV y el canal N ya hay periodistas atentos a las dos o más posiciones presentes en el directorio de Plural TV. Si Bayly se sumara a esta actitud que incorpora criterios de equidad (que por cierto nunca pueden ser absolutos), no habría problema. Pero no es la equidad lo que ha hecho a Bayly célebre, sino la parcialidad.
Aunque es preciso reconocer que las demostraciones de autonomía periodística de Bayly no tienen límite. Cuando se aburra de la tarea de demolición encomendada, si esa es la tarea, pronto lo veremos ir tras la yugular del gerente-filósofo que lo nombró, y luego quién sabe la del directorio entero. Práctica que tampoco es nueva en el mundo de la TV.
Pero volviendo al tema inicial, es importante reconocer que las minorías también tienen derechos en la marcha editorial de los medios. Un sistema de cuotas no tendría sentido, y por eso la equidad, que es también decir la ecuanimidad, es tan importante en las sociedades que conducen medios de prensa y forman al menos una porción de la opinión pública.
Esto que vale para el respeto al Grupo La República vale también para quienes probablemente tienen opiniones discrepantes dentro de la mayoría macrofamiliar que posee el control de los dos canales de TV. La ley de sociedades mercantiles da derechos claros a las mayorías, siempre y cuando estas se mantengan dentro de los objetivos acordados en la constitución de la empresa.
En un contexto de pasiones electorales no es difícil salirse de los objetivos fijados en los Principios rectores acordados unánimemente por los miembros de una empresa televisiva. Hacerlo es deslegitimar la presencia misma de los propietarios, mayoritarios y minoritarios, en un canal de TV.


viernes, 29 de abril de 2011

"En Chile tenemos un impuesto a las sobreganancias desde mediados del 2000" (extraído de la página web de la Pontificia Universidad Católica del Perú)


Francisco Gallego

Ph.D. en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Director científico e investigador asociado de la Oficina de América Latina, Abdul Latif Jameel, Laboratorio de Acción contra la Pobreza.

http://www.pucp.edu.pe/puntoedu/index.php?option=com_opinion&id=4779

El profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad de Chile visitó nuestra casa de estudios entre el 18 y 20 de abril. En esos días, dictó el seminario especial “Los Aspectos Empíricos del Crecimiento Económico”, organizado por la Maestría en Economía de nuestra Universidad. Presentamos un extracto de la entrevista sobre el crecimiento chileno, que se publicará en Puntoedu impreso este lunes.

Para muchos, Chile es modelo de crecimiento. ¿Cómo describe esa experiencia?
Hay tres componentes. Primero: reglas para el respeto a la propiedad, separación de poderes, apertura al comercio internacional, desarrollo financiero, regulación eficiente. El chileno es un Estado muy activo; no tan grande, pero musculoso. Segundo: existen políticas sociales para la igualdad de oportunidades. Se ayuda a que la gente no caiga en la pobreza; más personas sostienen el crecimiento. Tercero: es un Estado muy eficiente para manejar conflictos sociales. Fue clave mantener la economía de mercado con apoyo estatal a los más pobres. Si tienes crecimiento sin que una parte grande de la población se involucre, no será sostenible: se revelan, tratan de cambiar las reglas, de votar por radicales…

Más que crecimiento económico, ha habido desarrollo con mejor distribución.
Sí, los índices de desigualdad son muy parejos. Muchas veces la desigualdad tiene que ver con capital humano, es decir, con educación. Y en los más jóvenes, la desigualdad está cayendo. Tienen oportunidades más igualitarias. Los más pobres están creciendo a la misma tasa que los más ricos. Chile debe de haber crecido en los últimos 25 años a una tasa promedio del 5% y eso implica un crecimiento per cápita de 3.5 o 4%. Además, la pobreza ha bajado. Al final de Pinochet era casi el 50% y hoy es el 15%.

¿Y geográficamente?
Hay sectores más atrasados. Los del norte, asociados a la minería, han crecido en un boom tremendo. En las zonas del conflicto mapuche, un 5% de la población, ha sido más bajo. Chile no ha sido capaz de integrarlos a la sociedad. Pero no hay un conflicto muy grande. Está acotado al porcentaje de la población mapuche, en el sur.

Los servicios están descentralizados…
Sí. Hay dos proveedores de educación: los colegios públicos, manejados por las municipalidades, y los privados. Más o menos, la mitad de los estudiantes va a colegios privados. La mayor parte de los privados son subvencionados por el Estado, otros son totalmente privados. Es muy descentralizado. En salud es parecido. No hay muchos hospitales privados, pero toda la atención primaria y los hospitales están muy descentralizados en las regiones.

En los colegios subvencionados, ¿la gestión es privada?
Sí. Se buscó que haya más niños en los colegios. La cobertura primaria debe de ser 95% y en secundaria 90%. El desafío es mejorar la calidad. Curiosamente, en las elecciones de alcaldes, se habla de la calidad de los colegios. El candidato critica la situación y ofrece mejorarla. Entonces, una vez electo, se preocupa. Aún debemos mejorar mucho la calidad. En las pruebas internacionales, estamos entre los mejores en América Latina, pero comparados con Europa, estamos lejísimos.

¿Cuánto afectó el terremoto a la economía?
Tenemos terremotos cada 10 años más o menos. El último tocó como al 50% y fue muy destructor. Pero si miras el crecimiento del producto desde 1810, casi no se notan los terremotos porque se recupera rápido. Pero la reconstrucción no ha sido fácil: habría 200,000 familias sin casa, y muchas familias quieren vivir en el mismo lugar peligroso. Además, al poner énfasis en la calidad de las viviendas, no se construyen rápido.

¿Ha sido solo financiamiento público?
Algo de financiamiento público: se subieron algunos impuestos. En Chile tenemos un impuesto a las sobreganancias desde mediados del 2000. Este varía según el precio del cobre. El año pasado, el Gobierno necesitaba plata para la reconstrucción, negoció con las mineras grandes y les subió el impuesto porque el precio del cobre estaba en las nubes. A cambio, se les garantizó que el esquema de estos impuestos no cambiará por un periodo de 10 años.

Lee la entrevista completa el lunes en PuntoEdu impreso.
Entrevista: David Pereda
Foto: Mario Lack

miércoles, 27 de abril de 2011

AUGUSTO ALVAREZ RODRICH COMENTA


Objetividad, subjetividad y mentiras que afectan a la democracia y manchan al periodismo.

alvarezrodrich@larepublica.com.pe


MACHU PICCHU PUEBLO. Algunos hechos políticos confluyen en un mismo momento sobre un mismo asunto, pero es difícil atribuirles causalidad común. Otros, en cambio, al inicio parecen desvinculados pero luego se revela su conexión. Sospecho que los peruanos estamos por presenciar un fenómeno del segundo grupo.

INDULTO EN MARCHA. Este diario reveló hace unos días que Palacio cocinaba el indulto a Alberto Fujimori. Entonces, el presidente Alan García y sus ministros se apuraron en desmentirlo pero con el mismo tono que usaron antes cuando cocinaban el indulto de José Enrique Crousillat, es decir, el que usan cuando han sido ampayados y se ven obligados a buscar otra manera u oportunidad de concretar su intención.
El indulto no sería –como cualquiera intuye– humanitario y sí interesado, pues sería parte de un intercambio de favores para que el presidente García obtenga protección durante el próximo lustro frente a investigaciones sobre su gobierno.
Pero esto requiere, de modo indispensable, que Keiko Fujimori se ponga la banda el 28 de julio, un objetivo para el cual el presidente García parece cada vez más ansioso.
En dicho esfuerzo también participarían otros dos sectores. Uno es un grupo de técnicos supuestamente independientes para dar credibilidad a las acciones de campaña fujimoristas. El otro es un conjunto de medios de comunicación que ayuden a fortalecer las versiones a favor de la candidatura de Fujimori.

INSULTO EN MARCHA. A los diarios que han tomado partido por dicha opción en la segunda vuelta –Expreso, La Razón, Correo– y algunos desde, incluso, el inicio de la campaña –como Perú.21, hoy el más fujimorista de todos los diarios peruanos–, junto con algunos canales de televisión, se ha sumado, desde hace dos semanas, el grupo El Comercio en pleno.
Esto lo ha llevado a poner en marcha un conjunto de acciones para asegurar una posición férreamente fujimorista que alinee a todos sus diarios y a los dos canales de televisión que controla el grupo El Comercio –América TV y Canal N– a favor de la campaña de Keiko Fujimori.
Entre las acciones en marcha están el despido de los periodistas sobre los cuales los directivos del grupo –los empresariales, no los periodísticos– tengan sospecha de que aspiran a una cobertura equilibrada entre las dos candidaturas.
Esto incluyó el intento de despedir, desde hace un mes, a Laura Puertas, editora general de América TV. Al encontrar dificultades para ello, procedieron, en el día previo al inicio de la Semana Santa –cuando baja la atención política–, a despedir a Patricia Montero y José Jara, productora general y jefe de informaciones, respectivamente, de Canal N, quienes han declarado al diario español El Mundo que los botaron por “no seguir la línea de apoyar a Fujimori y de atacar a Humala”.
No conozco a Jara pero tengo buenas referencias de su trabajo. Sí, en cambio, a Montero, quien desde hace doce años ha sido un factor relevante para que Canal N pueda ofrecer una cobertura equilibrada, dando espacio a todos los sectores políticos, intentando acercarse a la verdad, y proyectando credibilidad. Es decir, todo lo que ahora les disgusta a los directivos actuales del grupo El Comercio.

PERIODISMO Y PROPAGANDA. ¿Puede un medio adoptar una posición a favor de una línea política y de un candidato? Sí, sin duda.
Un medio tiene el derecho de escoger su propia línea editorial y su estilo de cobertura informativa. El periodismo no es, como reclaman muchos, un oficio de la objetividad, pero el hecho de que se reconozca la subjetividad de esta actividad no puede ser el biombo para la mentira, que es lo que está pasando, lamentablemente, con varios medios en esta campaña.
Un medio puede y debe adoptar una posición editorial, pero esa posición no puede ser nunca la horizontal para echarse a favor de un candidato y ponerse a mentir sobre el rival, llegando, incluso, a poner en la calle a los periodistas decentes que no quieran sumarse al coro de los que sí aceptan matricularse en el lado más vil del oficio, el de la mentira por encargo.
Más allá de la posición editorial de un medio, este no puede romper –especialmente en espacios como la televisión–, por respeto al público y a la ciudadanía, un equilibrio y una pluralidad informativa esenciales.
El periodismo que quiera ejercer el oficio con independencia y veracidad nunca puede ser instrumento de propaganda de un candidato.
Esto no tiene que ver con la defensa de una candidatura específica sino con la defensa del derecho del ciudadano a que no le den gato por liebre y del papel tan importante que juega la prensa independiente, decente y honesta en un sistema democrático.
¿Así pretende el grupo El Comercio, por ejemplo, organizar debates entre candidatos que, además de ser pomposamente aburridos, serían como invitar al Alianza Lima a jugar según las reglas de la ‘Trinchera Norte’ o a la ‘U’ según los criterios del ‘Comando Sur’?
El indulto en marcha para Fujimori y el kimono que se ponen algunos medios pueden parecer eventos desvinculados, pero pronto se revelará la conexión. Indulto, impunidad y periodismo mentiroso constituyen un combo pernicioso que significa un grave riesgo para el sistema político peruano.
Que el grupo El Comercio que actualmente controla América TV y Canal N, y conforma con los diarios de esa corporación el conglomerado periodístico más grande del país, haya decidido ponerse el kimono para mentir a favor de una candidatura es una noticia lamentable para el periodismo nacional y para la democracia peruana, y es una consecuencia de haber confundido los valores del periodismo decente con los de la Bolsa, que hoy parecen ser los únicos que interesan y guían las acciones de dicho grupo.

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La credibilidad de las nuevas iniciativas fujimoristas.


Keiko Fujimori ha lanzado una cruzada para contrarrestar el déficit de credibilidad que –al igual que Ollanta Humala– sufre su candidatura, mediante una serie de iniciativas y declaraciones que apuntan a enfrentar los atributos negativos que arrastra por la vinculación evidente con el gobierno de su padre: la autocracia y la corrupción.
Su base de partida es la encuesta de Ipsos-Apoyo (42-36) en la que Humala le ha sacado seis puntos de ventaja, lo cual quiere decir que, al menos durante las dos semanas siguientes a la primera vuelta, ha tenido un mejor desempeño electoral.
De acuerdo con la misma encuesta, una de las sospechas relevantes que afectan la candidatura de Keiko Fujimori es la creencia del 68% de que ella liberará a su padre. En general, el cuartel general naranja parece creer, a la luz de las decisiones que está tomando, que el problema principal que le impide crecer es, precisamente, la vinculación con el gobierno de su padre ante el riesgo de que ella decida replicar las taras que caracterizaron a dicha administración.
Por ello, desde el domingo en la noche Keiko Fujimori ha ofrecido varias entrevistas periodísticas en las que ha dado un vuelco relevante –al menos al nivel de las declaraciones– en lo que constituye el credo tradicional fujimorista.
“He pedido perdón por los errores y delitos cometidos durante el gobierno de mi padre. Considero que tuvo cosas muy positivas, se venció la inflación y el terrorismo, pero también se cometieron grandes errores y mi compromiso es que no se vuelvan a cometer”, señaló Fujimori. Añadió otros planteamientos como su voluntad de culminar el Lugar de la Memoria.
¿Le servirá esta movida para acortar y superar la diferencia que le ha sacado Ollanta Humala? Esto requiere, para empezar, tener la seguridad de que, efectivamente, el temor a la vuelta de la autocracia y la corrupción es el principal factor que le impide crecer, lo cual está por verse.
El problema central de Keiko Fujimori es si le creen o no. Salvo para algunos periodistas convertidos en gonfaloneros de esta candidatura, el perdón solicitado no ha obtenido mucha credibilidad, quizá porque, once años después de terminado el gobierno de su padre y en coincidencia con el final de la campaña, lo que está haciendo parece un simple maquillaje.
También le restan credibilidad a este ‘cambio de opinión’ las declaraciones que sigue haciendo el ‘sector duro’ fujimorista compuesto por voceros como Martha Chávez, Rafael Rey o Jorge Trelles.
Esta conversión de Keiko Fujimori en una suerte de ‘fuji-caviar’ encierra más de un riesgo para su candidatura pues, además de la falta de credibilidad que pueda tener el cambio de actitud, puede desdibujar su plataforma de postulación.

SE FUERON FERNANDO FUENZALIDA Y CARLOS EDUARDO ZAVALETA


FERNANDO FUENZALIDA VOLLMAR

Lima, abril 14.- Esta mañana, víctima de una penosa enfermedad, falleció en esta ciudad el doctor Fernando Fuenzalida Vollmar, un insigne antropólogo peruano que ocupó varios cargos en el Ministerio Público.
Dedicado a la ciencia, donde desarrollo una fructífera vida profesional y laboral, así como en la investigación científica en cuya materia dejó un amplio legado de obras escritas en torno a su especialidad.
El doctor Fuenzalida Vollmer ocupó cargos como: Gerente Central y Director General de la Escuela del Ministerio Público y consultor externo de la Fiscal de la Nación, Gladys Echaíz Ramos, para el Programa de Modernización del Ministerio Público - OIM (Organización Internacional para las Migraciones).
Asimismo, fue director de la Escuela del Ministerio Público y miembro del Consejo Nacional Anticorrupción de la Fiscalía de la Nación, entre los años 2004 y 2005.
Fue ampliamente reconocido en el ámbito nacional e internacional como el más fiel representante de la antropología científica peruana por su dedicación tanto en la medicina legal como en lo concerniente al tratamiento del medio ambiente.
En el desempeño de cargos públicos se destacó en la docencia universitaria, en los cargos públicos de confianza como funcionario de las diversas entidades estatales como el Ministerio Público-Fiscalía de la Nación, el Ministerio de Justicia, entre otros.
Ha sido miembro del Consejo Nacional Anticorrupción de la Fiscalía de la Nación y presidió la Comisión de la Fiscalía de la Nación para la Revisión de los Expedientes de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (2004).
Por sus trabajos en el campo de la criminología y el derecho fue reconocido por la Fiscalía de la Nación.
Fernando Fuenzalida Vollmar, fue también escritor y filósofo, nació en Lima el 6 de enero de 1936. Cursó estudios de Filosofía, Etnología y Arqueología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde fue catedrático.
Desde 1954 laboró en diversos campos como la docencia escolar y universitaria, la investigación social, además de realizar diversas asesorías políticas y de gestión para diversas entidades y también fue miembro Suplente en el Parlamento Andino como representante del Perú en el año 2006. Fue el primer civil director del Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN) entre el 2004 y el 2005.
Dedicado a la investigación científica de la antropología y arqueología, becario, consultor y conferencista en proyectos específicos para diversas fundaciones científicas como la Ford Foundation, la Wenner Gren y otros, organismos internacionales y universidades.
Licenciado en Antropología, Etnología y Arqueología por las Universidades de San Marcos y Pontificia Universidad Católica del Perú. Realizó sus estudios doctorales en la Universidad de Manchester, y profundizó sus estudios en antropología física y arqueología mediterránea en las Universidades de Varsovia y Lotz.
Realizó investigaciones y publicaciones sociológicas y etnográficas en los Andes peruanos, siendo autor de publicaciones sobre temas vinculados con la estructura y dinámica de las comunidades campesinas y nativas, la economía nativa en transición, la violencia en sus diferentes manifestaciones y la estructura del poder en tales medios. Asimismo, destacó como docente, investigador y asesor de las Fuerzas Armadas peruanas. Trabajó en temas y enfoques sobre medio ambiente, calentamiento climático, riesgos y desastres, elementos geoestratégicos y de geopolítica, seguridad y defensa nacional.
Formó parte de la Comisión Mario Vargas Llosa para investigar el caso Uchuraccay (1983-1984) donde perecieron nueve periodistas peruanos durante la época del terrorismo.
Ha sido miembro del Grupo Internacional Humanismo y Gestión del HEC Montreal. Asociado a la Oficina Peruana de Himalandes Organismo Antropológico para el Intercambio Tecnológico Andes Himalaya. Ha sido miembro vitalicio del Consejo Mundial de Americanistas.
En una última entrevista realizada por una revista capitalina al extinto antropólogo Fuenzalida, fue preguntado ¿cómo quieres que se te recuerde?, dijo: “Qué difícil. El Perú es un país de recuerdos múltiples. Puedes ser demonizado o subido a los altares. Y al mismo tiempo puedes ser las dos cosas a la vez. Quisiera que se me recuerde como un profesor universitario de buena voluntad que quiso iluminar a sus contemporáneos. Y que tal vez logró algún éxito”.

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CARLOS EDUARDO ZAVALETA RIVERA

El escritor Carlos Eduardo Zavaleta, introductor del monólogo interior y las técnicas literarias del norteamericano William Faulkner en el Perú, falleció hoy en Lima, a los 83 años, informó la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Zavaleta, nacido en la ciudad norteña de Caraz en 1928 y graduado en San Marcos con dos tesis sobre Faulkner, también fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua y ejerció cargos diplomáticos en Bolivia, México, España y Gran Bretaña.
Autor de libros como “El Cristo Villenas” y “El cielo sin cielo de Lima”, fue considerado un innovador de la narrativa peruana durante la década de los años cincuenta, al alejarse del indigenismo y difundir la obra de autores extranjeros.
Gran lector de Faulkner y del irlandés James Joyce, fue amigo de Mario Vargas Llosa, el premio Nobel de Literatura 2010, quien reconoció que “por culpa” de Zavaleta escuchó hablar por primera vez de Faulkner y sus técnicas literarias.
“Ahí tal vez, y por culpa de Carlos Eduardo Zavaleta, escuché por primera vez hablar de William Faulkner, que es uno de los escritores que más me han marcado”, señaló Vargas Llosa en el discurso de agradecimiento que dio tras ser distinguido a inicios de este mes con la medalla de honor de San Marcos, la universidad más antigua de América.
Autor de una espléndida producción narrativa que sobresale por su lenguaje terso y pulido, su destreza en el desarrollo de la anécdota, su excelente construcción de los personajes y su perfecto acabado formal, es uno de los principales integrantes de la denominada "Generación del 50", en la que se agrupan otros escritores peruanos de la talla de Julio Ramón Ribeyro, Enrique Congrains Martín, Luis Loayza y -entre otros- Eleodoro Vargas Vicuña; precursores todos ellos del gran "Boom" de la narrativa peruana encabezada, en la década siguiente, por Mario Vargas Llosa.

Los rasgos comunes que caracterizan a los miembros de esta "Generación del 50" son la búsqueda constante de la renovación de la narrativa peruana a través de nuevas técnicas literarias y el esfuerzo por dejar constancia de los nuevos cambios y transformaciones experimentados en la sociedad tras el proceso de modernización.
Carlos Eduardo Zavaleta pasó su infancia y adolescencia en el medio rural en el que había venido al mundo, del que luego tomaría abundantes materiales literarios para construir una buena parte de su obra de ficción. En su juventud, el futuro escritor se trasladó a Lima para cursar estudios superiores de Letras en la Universidad de San Marcos, donde se doctoró con una tesis centrada en la producción narrativa del norteamericano William Faulkner (1897-1962).
En su faceta de estudioso del hecho literario y animador cultural, Zavaleta fue el principal difusor en el Perú de las novelas de dicho autor, a las que pronto sumó su pasión por la obra del irlandés James Joyce (1882-1941). A ambos autores y a sus respectivas narraciones dedicó Zavaleta algunos de sus más lúcidos y penetrantes ensayos críticos, gran parte de los cuales quedaron recogidos en su libro titulado Estudios y ensayos sobre Joyce y Faulkner (1993).
Durante toda su vida laboral, Carlos Eduardo Zavaleta ha compaginado su dedicación a la docencia universitaria con el desempeño de misiones diplomáticas y la redacción de una interesante producción narrativa que le sitúa entre las grandes figuras de las Letras peruanas de la segunda mitad del siglo XX.
Se dio a conocer como escritor a finales de los años cuarenta con un volumen de relatos titulado El cínico (Lima, 1948), al que luego siguieron otras recopilaciones de cuentos que le revelaron como un consumado maestro en el cultivo del complejo género de narrativa breve. Entre estas colecciones de relatos, cabe destacar -además de la ya mencionada- las tituladas La batalla y otros cuentos (1954), El Cristo Villenas (1956), Unas manos violentas (1958), Vestido de luto (1961) -obra galardonada con el Premio de Fomento a la Cultura "Ricardo Palma"-, Muchas caras del amor (1966), Niebla cerrada (1970) y Un día en muchas partes del mundo (1979).
Algunas de sus obras son Los Ingar (1955), El Cristo Villenas (1956), Cuentos completos (1977), Pálido pero sereno (1997).

viernes, 22 de abril de 2011

UNA ENTREVISTA A MVLL DESDE EL OFICIALISMO ARGENTINO (Diario PAGINA 12, Argentina)


La entrevista es un género periodístico independiente. 
Oriana Fallacci, Norman Mailer, Regis Debray, Bernard Pivot, Terry Southern hicieron entrevistas maravillosas. Ni zalameras ni condescendientes; procurando no hacer de ellas un campo de batalla ni un ajuste de cuentas.
La entrevista no es una diatriba, no es un caballo de guerra que un periodista cabalga, como San Santiago Exterminador de Moros, para liquidar al interlocutor de turno y hacer justicia (particular o social) con sus propias manos. 
Las buenas entrevistas son medios penetrantes, que encuadran a un personaje, sus ideas, sus creencias, mitos, prejuicios, saberes e ignorancias, ejerciendo la pregunta y la repregunta, la réplica y la dúplica; la persecusión intelectual hasta los "callejones sin salida" de la verdad o la mentira, generando incomodidades, sonrisas, iras, distensión, escalofríos, amargura, felicidad, evocación, nostalgia, sentencias. Tanto en el entrevistado como en el lector. Con el único objetivo de analizar la actualidad (o inactualidad) a profundidad. Tratando de encontrar la verdad.
La milanesa de estos días en Buenos Aires es Mario Vargas Llosa; a quién el Diario Página 12 entrevistó ayer, a propósito de su visita a la estupenda Feria del Libro de la ciudad.
El otrora innovador y contracultural Diario Página 12, fundado por Jorge Lanata en 1987; que tuviera como colaboradores a Osvaldo Soriano, Martín Caparrós, Eduardo Galeano, entre otros; hoy es un periódico oficialista más, de los muchos que hubieron, existen y habrán en el mundo. Sus detractores en la Argentina comentan que la publicidad estatal y los textos de periodistas afines al kirchnerismo saturan hoy sus páginas, allanando un prestigio y una calidad de la que apenas quedan unas cuantas sombras. Nada más.
Por ejemplo, Martin Granovsky, quien es el autor de la entrevista, al alimón con Silvina Friera, es un discutido periodista porteño (alineado otrora con el ex Presidente Fernando De La Rúa, ayer con Nestor Kirchner y hoy con su viuda, Cristina Fernández); ex director hasta el año 2009 de la agencia de noticias estatal Telam; conspicuo informante de la Embajada de los Estados Unidos en Argentina en el contexto de los Wiki-Leaks; reconocido sembrador de evidencias y, periodista-funcionario del kirchnerismo, embriagado con sus perfumes y licores.
La entrevista de marras -que publicamos- destaca por la documentación, la cultura y el oficio de los entrevistadores. Por su valentía para rodear al Premio Nóbel de Literatura y largarle preguntas comprometedoras. Pero también por las costuras, los desteñidos y el percudido evidente de las pancartas oficialistas, que Friera y Granovsky sostienen. El compromiso previo, el oro y la esclavitud que subyacen en las preguntas-torpedo contra el MVLL político -que debe ser el menos interesante de todos- resultan evidentes.
Finalmente, queremos ser incisivos en un punto de la entrevista que consideramos importante porque de su lectura podría desprenderse que los periodistas argentinos pusieron en aprietos a Mario Vargas Llosa.
Se trata de las argumentaciones de Granovsky-Friera en contra del colaboracionismo político (probado dicen ellos, con un paquete de cartas que sostienen en ese momento) de Milton Friedman y Friedrich Von Hayek en favor de Augusto Pinochet. Luego de indagaciones, búsquedas en internet e investigaciones librescas, certificamos que esa colaboración sería falsa. Y la finta de Granovsky-Friera una falacia.
Contra los crímenes de lesa humanidad cometidos por Augusto Pinochet Ugarte; y contra la ineficiencia probada en materia política y económica de Salvador Allende; sin ser abogados defensores ni de Friedman ni de Von Hayek ni de Vargas Llosa; y considerando la pública colaboración de los economistas con el procerso impulsado por sus ex discípulos chilenos en la Universidad de Chicago; de las conferencias dictadas por Friedman en la Universidad de Valdivia en 1975; de la entrevista de 45 minutos sostenida en privado con Pinochet, ese mismo año; del Informe Friedman remitido públicamente a la Junta Militar, en donde habrían quedado plasmadas varias recomendaciones económicas sugeridas al dictador en la mentada entrevista; en nombre de la humanidad y de la inteligencia, preguntamos ¿Dónde está el compromiso político de Friedman con la Dictadura de Pinochet? ¿Dónde está el aval a las desapariciones, a los crímenes políticos, al terrorismo de Estado? ¿Dónde están las pruebas? ¿Dónde?
¿Lo "agarraron" a Vargas Llosa en su cuarto de hora? Probablemente.
Si discutía la pregunta corría el riesgo de volverse el picapleitos de un finado ex Premio Nóbel de Economía, al que conoció, entendió y admiró en sus trabajos (nos referimos a Friedman). Como se dice vulgarmente, Martin Granovsky blufeó porque no tenía ninguna carta que probara esa "colaboración política". Le ganó a MVLL por puesta de manos, a la argentina. Sin piconería, felizmente.
Disfruten la entrevista y saquen sus propias conclusiones.
Oscar Contreras Morales.-


http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-166793-2011-04-22.html

Por Martín Granovsky y Silvina Friera

Si tiene que quedarse con un solo libro sabe cuál es: La guerra y la paz, de León Tolstoi. Conoce su próximo voto en el ballottage peruano: será por Ollanta Humala y no por Keiko, la hija del dictador Alberto Fujimori. Confiesa que se siente perplejo sobre la crisis económica internacional. Y, quizá porque la provoca, acepta la polémica.

Mario Vargas Llosa vino a Buenos Aires para dar una conferencia en la Feria del Libro (ver página 5) y participar de una reunión de la Mont Pelerin Society, fundada en 1947, entre otros, por los economistas Milton Friedman y Friedrich von Hayek y presidida hoy por el neocelandés ultraconservador Kenneth Minogue, profesor de Ciencia Política en la London School of Economics. Los visitantes fueron agasajados por Mauricio Macri y discutieron un tema que los preocupa: “El desafío populista a la libertad latinoamericana”.

A las 10 de la mañana de ayer, cuando recibió a Página/12 en la suite presidencial del Sheraton, la bruma caía sobre Retiro. Vargas Llosa miró el paisaje desde la ventana dos veces, al llegar y antes de irse. En el medio concedió un reportaje que aquí se transcribe en el orden exacto en que fue realizado y entero, incluyendo su crítica a la Revolución Cubana y hasta la curiosa forma en que el escritor se refirió a su idolatrado Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente brasileño: Henríquez.

En El sueño del Celta un personaje dice: “Se puede ser un gran escritor y un timorato en asuntos políticos”. ¿Qué piensa usted de la frase?
–El personaje a quien se refiere es Joseph Conrad y no Roger Casement. Conrad era timorato políticamente por una razón obvia: era un recién venido a la nacionalidad británica. Por otra parte, tenía esa especie de lealtad perruna que tiene un inmigrante de primera generación al país que ha hecho suyo, que lo ha acogido y al que se ha integrado. Aunque eran muy amigos, el hecho de que Casement optara por Alemania en la Primera Guerra Mundial, un país al que, por razones obvias, los polacos...

Como Conrad.
–Claro. Los polacos odiaban a Alemania tanto como a Rusia porque los habían desaparecido como país. Eso hizo que Conrad tomara distancia de Casement y retirara su firma de ese manifiesto de los intelectuales que pedían la conmutación de la pena. Debió dolerle mucho porque eran amigos. Casement tenía una enorme admiración por Conrad. Conrad sí había apoyado la lucha de Casement contra el gobierno belga por las atrocidades que se cometían en el Congo. El diálogo es ficticio, inventado.

-Pero Conrad retiró su firma.
–Sí, sí existió el hecho de que Conrad retiró su firma, y aunque no hay testimonios de eso, es segurísimo que para Casement debió ser muy doloroso que una persona que tanto admiraba, y que además tenía prestigio, no quisiera firmar esa solicitud.

–¿Qué es un timorato en política? Porque timorato es una palabra que se usa poco.
Es alguien que teme pronunciarse con claridad sobre aquellas cosas que cree. No es una persona vacilante...

No está hablando de un apolítico.
–No, es una persona que no tiene el coraje de asumir públicamente sus opiniones políticas porque piensa que hay riesgos implicados en ello. Eso diría que es un timorato. Una persona puede ser vacilante, puede tener dudas respecto a ciertos temas, eso es perfectamente legítimo.

Y es bueno, ¿no?
–Sí, es bueno, en muchos casos es bueno. Tener mucha seguridad es peligroso (se ríe).

–¿Qué es lo contrario de “timorato” para alguien que conoce tan bien la lengua como usted? ¿Hay un antónimo?
–(Piensa.) A ver... Yo creo que es un poco exacerbado decir “valiente”. No lo sé. Me parece que si una persona tiene ideas políticas, sobre todo en circunstancias en que esas ideas están puestas a prueba (y ya no se diga cuando están en peligro), debe defenderlas. Si cree en ellas, debe defenderlas. Sobre todo en América latina nosotros sabemos muchas veces adónde conducen esos riesgos. Entonces me parece que una persona debe defender sus ideas, preferentemente con razones y no a pedradas o puñetazos.

–¿Usted hizo un click en sus ideas políticas de un momento a otro?
–No. Un click de un momento a otro nunca, creo. Ha sido un proceso. Por ejemplo, el pasar de convicciones socialistas a convicciones democráticas y liberales ha sido un proceso que tiene distintas etapas, pero creo que se inicia a mediados de los años ’60, en relación con Cuba, básicamente.

-¿Pero en algún momento hace un click entre no decir las cosas o decirlas?
–No, no. Digamos que yo creo que estaba muy identificado con la izquierda, básicamente a partir de la Revolución Cubana, y empecé a tener ciertas dudas, pero no me atrevía a hacerlas públicas. La primera duda seria que yo tengo con la Revolución Cubana es cuando la Umap, las unidades militares de apoyo a la producción, un eufemismo para campos de concentración.

–¿Por qué lo dice?
–Eran campos de concentración donde metieron a gusanos, a criminales comunes y a gays. Para mí eso fue una experiencia muy chocante, yo no lo esperaba. Conocí a bastantes de los jóvenes que fueron a los campos de concentración.

El año pasado Fidel Castro dijo al diario La Jornada de México que la persecución a los gays había sido uno de los grandes errores de la Revolución Cubana.
–Un poco tarde, ¿no? Porque en esa experiencia pues no solamente sufrieron terriblemente chicas y chicos que eran identificados con la revolución, los del grupo El Puente. Fue muy traumático, muy violento, y para mí fue la primera vez que tuve dudas muy serias de si la Revolución Cubana era lo que yo creía y lo que yo decía que era. Ese hecho me fue cambiando muchísimo, me creó muchas dudas, me empezó a estimular actitudes críticas frente a la revolución. Otra experiencia que resultó confirmatoria y mucho más importante para mi evolución fue el apoyo de Fidel a la invasión de Checoslovaquia, cuando la invasión de los países del Pacto de Varsovia.

La de 1968.
–Sí. Fue la primera vez que ya no me importó “armar al enemigo”, y lo digo entre comillas para hablar de la fórmula chantajista que mantenía siempre a los críticos de izquierda en el silencio. Ahí escribí un artículo que se llamó “El socialismo y los tanques”, claramente haciendo una crítica a la revolución. Pero todavía fui una vez más a Cuba después de eso, que fue la última vez que he estado allá, ya no me acuerdo el año, no sé si ’69 o ’70, inmediatamente antes del caso (del poeta Heberto) Padilla. Todavía no lo habían metido preso, pero era evidente que lo iban a meter preso en cualquier momento. Padilla estaba enloquecido por la tensión en la que vivía, y el clima era un clima... de una... Uff, había zozobra, había miedo entre muchos escritores que conocía muy bien. Yo salí completamente angustiado de ese viaje, y al poquito ocurrió el caso Padilla, que fue lo definitivo.

–¿Ese fue un cambio de ideas socialistas a ideas liberales?
–No, el liberalismo es posterior. En ese momento el socialismo entusiasta pasa a ser un socialismo muy crítico, pasa a ser una socialdemocracia. Yo me sentí como se sienten los curas que de pronto se vuelven ateos: muy desamparado, muy solo, en un mundo muy confuso. Fue un proceso lento de revalorización de la idea de democracia, la importancia de esa democracia formal tan denostada por la izquierda, y empecé a leer a Raymond Aron, a (George) Orwell, a (Arthur) Koestler y a (Albert) Camus, a quien había leído y había atacado cuando yo era muy sartreano. Incluso publiqué un librito que se llama Entre Sartre y Camus, contando esa evolución.

–¿Y el liberalismo cuándo comenzó en usted?
–Primero fue una especie de rescate de la idea democrática, de la importancia de esos valores formales, de las formas en lo político. Y luego creo que el liberalismo fue el descubrimiento de Isaiah Berlin y (Karl) Popper. La lectura de Popper, la lectura de La sociedad abierta y sus enemigos para mí fue fundamental; es uno de los libros que más me ha marcado, me ha cambiado, me enriqueció extraordinariamente lo que es la visión del autoritarismo, de lo que es el totalitarismo, y cómo esa es una amenaza que está siempre presente, incluso en las sociedades más libres, más avanzadas.

Usted acaba de participar de un seminario sobre populismo organizado en Buenos Aires por la Sociedad Mount Pelerin. Popper fue uno de sus fundadores.
–Sí, claro, Popper estuvo en el año ’47...

–Y (Milton) Friedman y (Friedrich von) Hayek también. Los dos terminaron sosteniendo la dictadura de Augusto Pinochet.
–No tienen ellos la culpa de la dictadura de Pinochet.

Sostenes, no causantes.
–Pinochet aplicó políticas de mercado, pero jamás apoyó la política liberal, que parte de la democracia política.

Pinochet no apoyó el liberalismo político, pero Friedman y Von Hayek apoyaron la dictadura de Pinochet.
–No, no. Apoyaron la política económica, pensaron que la política económica era la buena, pero nunca apoyaron la dictadura de Pinochet, nunca apoyaron los crímenes, nunca apoyaron la desaparición de un Congreso, de elecciones libres. Nunca. Von Hayek ha defendido... Miren... No sé si han leído The Constitution of Liberty, un libro absolutamente fundamental en defensa de la cultura democrática y de la libertad económica a partir de la libertad política. Es el sustento fundamental de la idea de Von Hayek.

Pero no estamos hablando de las ideas sino del apoyo a una política concreta.
–Pues yo no conozco ninguna declaración de Von Hayek a favor de Pinochet, que haya estado defendiendo la dictadura de Pinochet. Todo el paquete, con los crímenes, las desapariciones. Y si la defendió, se equivocó.

Si quiere pasemos a Friedman. Estuvo varias veces como invitado en el Chile de Pinochet.
–Pero fue a dar conferencias.

Hasta escribió cartas de agradecimiento a Pinochet por haber aplicado sus recomendaciones económicas.
–No conozco esas cartas.

Son de 1975. Aquí están, impresas. Podemos leerlas, pero se extendería el reportaje.
–Si Friedman y Von Hayek lo hicieron, se equivocaron. Cometieron una gravísima equivocación y hay que criticarlos por eso, porque ningún liberal debe apoyar una dictadura política. Y si lo hace se equivoca, y hay que criticarlo. Yo soy un liberal y nunca he apoyado una dictadura.

Isaiah Berlin es una cosa, Popper, que fue cofundador de la Sociedad Mont Pelerin, es otra. Y los otros dos fundadores, Friedman y Von Hayek, fueron muy activos políticamente, en los Estados Unidos y en Chile.
–La Sociedad Mont Pelerin es una sociedad creada fundamentalmente para pasar revista o tomar el pulso a la situación de la economía en el mundo. Es una sociedad que crean especialistas en economía, a la cual yo no pertenezco. Es la primera vez en mi vida que he asistido a una reunión de la Mont Pelerin. Yo estoy totalmente a favor de la libertad económica como un correlato de o contrapartida de la libertad política. Esa es mi visión del liberalismo. Esa es la visión de liberalismo de los liberales que admiro, que leo. De tal manera que si hay liberales que han apoyado una dictadura, para mí no son liberales. No tengo por qué cargar con la responsabilidad de señores que defienden dictaduras.

Una sociedad de liberales políticos que reivindican a Friedman y Von Hayek es como fundar un centro de estudios socialdemócratas y ponerle de nombre Sociedad Lavrenti Beria, en homenaje al jefe de la policía secreta de José Stalin.
(Se ríe.) ¡Pero es injusto! La Sociedad Mont Pelerin defiende la libertad económica, está constituida fundamentalmente por economistas, pero que yo sepa, que yo recuerde, jamás se ha identificado con ninguna dictadura, porque esa dictadura hizo políticas de mercado. Von Hayek y Friedman defendieron la libertad económica que se introdujo en Chile, defendieron ciertas reformas.

–¿Esas reformas se podrían haber introducido en 1973 sin dictadura?
–Deberían haberse introducido en democracia. Esa es la postura de un liberal. Un liberal es un señor que cree en la libertad y que cree que la libertad es indivisible, que no se puede dividir la libertad política de la económica. Ese es un principio básico del liberalismo. Está en Adam Smith, el padre del liberalismo. Si hay alguien que pretende dividir la libertad política y económica, se equivoca: no tiene derecho a ser llamado un liberal o da una visión completamente corrompida y criticable del liberalismo. Eso no es el liberalismo que defiendo y con el que yo me siento identificado. Además, creo haber demostrado que mi conducta es una conducta clarísimamente de defensa de la libertad en el campo político, en el campo social y en el campo económico.

Usted acaba de participar en una reunión sobre el populismo en América latina. Uno podría decir que Franklin Delano Roosevelt, el presidente norteamericano que asumió en 1933, fue un gran populista. ¿Está de acuerdo?
–Todo depende de las definiciones. Por ejemplo aquí el día de la inauguración de la Mont Pelerin el representante del presidente de la Sociedad dijo que había un populismo “bueno” y un populismo “malo”. El populismo bueno era el de Ronald Reagan. ¿Qué es lo que quería decir este señor? Entendía por populismo la proyección a nivel popular de las reformas liberales a través de un gran comunicador, como era Reagan.

Es el momento en que comienza el proceso de mayor desigualdad histórica de los Estados Unidos. Lo dice Paul Krugman, otro Nobel pero de Economía, no de literatura.
–Sí, pero... Si yo tengo que corregir cada frase vamos a perder mucho tiempo.

No es corregir o no corregir. Es una entrevista.
–Los liberales no estamos a favor de que haya desigualdad.

–¿Qué quieren?
–Que todo nazca del éxito, del esfuerzo, de la producción de bienes o servicios que benefician al conjunto de la comunidad. Que haya gentes que tienen mayores o menores ingresos en función de su excelencia, de su talento, es legítimo para un liberal. Lo que no es legítimo es que esas diferencias se establezcan a partir del privilegio o de la desaparición de la igualdad de oportunidades de base, que es un principio liberal.

–¿Y qué sucede cuando, por ejemplo, como dice Krugman, Reagan modifica la política impositiva y quita impuestos a los más ricos? ¿No cambia lo que usted define como igualdad de oportunidades de base?
- Mmmm, es que ahí tendríamos que discutir muchísimo. Krugman no es precisamente un liberal. Krugman es un hombre muy inteligente, pero es una especie de socialdemócrata con debilidades considerables hacia fórmulas socialistas, colectivistas. Tiene debilidades en ese campo.

–¿Usted dice que Krugman, el columnista de The New York Times, es colectivista?
–Sí, tiene debilidades colectivistas, como muchos socialdemócratas muy respetables, demócratas impecables que tienen debilidades colectivistas. Por ejemplo los demócratas cristianos son absolutamente demócratas, pero ellos creían que el Estado tenía que intervenir masivamente en la economía para suplir lo que llamaban las desigualdades de base. Los liberales siempre hemos criticado esa idea.

–¿Pero acaso la intervención del Estado no la propugnaba también Adam Smith?
–No, no. La intervención del Estado en la economía para suplir lo que los demócratas cristianos llamaban –porque eso ha cambiado– las debilidades de base, es una forma de intervencionismo que al final genera mucha más injusticia y muchos más privilegios. Pero en fin..., eso creo que nos aburriría muchísimo.

–Volvamos al tema del populismo. Del populismo bueno y del populismo malo.
–Pero eso decía ese señor y yo creo que se equivocaba. Llamaba populismo a una forma de popularidad. Entonces, si eso es populismo toda forma de comunicación exitosa sería populismo. Yo creo que populismo es sacrificar el futuro en nombre de una actualidad pasajera, efímera, y hacer política con esta visión. Hay un populismo de derecha y hay un populismo de izquierda, sin ninguna duda.

–¿El cortoplacismo sería un populismo?
–El cortoplacismo es una forma de populismo, sobre todo en medidas económicas. Pero hay un populismo político, no solamente económico.

Si le parece volvamos a Roosevelt. Usted no desconoce qué hacía. Con la radio como herramienta, le hablaba directamente al pueblo sobre los efectos de la crisis de los años ’30.
–¿Pero qué es lo que consigue Roosevelt? Consigue dar seguridad en un momento de una inseguridad terrible. Entonces, con esa tranquilidad con la que él se dirige a su sociedad, a sus electores, crea una seguridad que hacía una falta extraordinaria para que la crisis económica no se profundizara.

Roosevelt les decía a los ciudadanos que apelaba directamente a ellos para explicarles que el Senado y los bancos no lo dejaban resolver la crisis.
–Pero bueno, está bien... El Senado y los bancos en ese momento no lo dejaban gobernar. A veces es bueno no dejar gobernar a los políticos si hacen malas políticas, ¿no es verdad?

–¿Y en ese caso era bueno?
–No hablo de hacer revoluciones, pero sí de que existan una democracia y unas instituciones que permitan frenar las malas leyes. Por ejemplo en el Perú, en la época de Alan García, nosotros conseguimos parar una medida, que para mí era el final de la democracia: la nacionalización de los bancos. Y la paramos en democracia, sin hacer nada sedicioso, mediante manifestaciones y actos públicos. Y al final conseguimos que esa ley, que era una mala ley que podía acabar con la democracia en el Perú, no prosperara, diera marcha atrás y no hubo ningún muerto, ningún preso.

-¿Ningún liberal reivindica a Roosevelt y a John Maynard Keynes? Un liberal como usted, ¿qué dice?
–Keynes sí. Ambos fueron grandes demócratas. Keynes fue un genio, un hombre de una cultura absolutamente prodigiosa, y las tesis keynesianas, que la socialdemocracia luego hace suyas, son unas tesis generadas en un contexto muy especial de crisis terrible, en las que ya no estaba en juego una política económica sino la supervivencia de un país y de una cultura democrática. Ese es el contexto en el que nace el keynesianismo, que no se puede aplicar de una manera automática. Nadie ha descrito mejor que el propio Friedman lo que significa la inflación para un país, ¿no es verdad? Yo tengo mucho respeto por Keynes, creo que es uno de los grandes pensadores modernos, sin ninguna duda, y en cierta forma buena parte de su legado lo pueden reivindicar los liberales. Sin ninguna duda.

En cierta medida, y siguiendo su frase de que nada se puede aplicar de manera automática, los países más importantes de Sudamérica estaban en una situación parecida a la que usted describe. Y en los últimos años resolvieron su tremenda crisis con mayor intervención estatal.
–Hay circunstancias en que ningún liberal va a rechazar una cierta intervención del Estado a partir de ciertos consensos democráticos, por supuesto. Sin ninguna duda, ¿no es verdad? En esta última crisis terrible, por ejemplo...

La crisis mundial que comenzó en 2008.
–Sí. Frente a ella, los liberales han estado completamente divididos. Algunos decían que se trataba de “salvar al muerto” que se iba a morir. Entonces, si se va a morir, que intervenga el Estado. Otros liberales decían que lo que se iba a morir no era el Estado sino las políticas que nos han llevado a esta crisis absolutamente monstruosa.

–¿Y usted qué decía?
–Yo estaba en la confusión total, y creo que ahí se necesitaba un tipo de conocimiento técnico de la magnitud de la crisis y de las consecuencias para tomar una decisión. Yo carecía de eso y simplemente, como sobre muchas otras cosas, lo que he declarado es mi perplejidad. Sobre eso no puedo opinar porque no sé, opinaría a partir del puro pálpito y creo que eso es irresponsable, no en literatura, pero sí en política.

–¿Tiene un pálpito para el ballottage peruano entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori?
–No hay pálpito allí sino un conocimiento muy claro. Hay un mal menor y un mal menor. El mal mayor es Keiko Fujimori y entonces yo voto por Humala. Eso es clarísimo. Los problemas que pueda traer Humala ya los enfrentaremos cuando venga. Pero tengo una esperanza que quiero que quede escrita. Mi esperanza es que Humala se aleje realmente de (Hugo) Chávez y se acerque realmente a gente como (Luiz Inácio) Lula (da Silva), como (José) Mujica, como (Mauricio) Funes, y haga una política semejante en el campo económico.

De cualquier modo, en América latina cada país se termina dando su destino nacional, no hay forma de copiar...
–No hay destinos nacionales...

Aunque alguien quiera copiar, no podrá hacerlo porque cada nación es única.
–Hay formas de copiar la orientación, hay formas de entender que la creación de la riqueza pasa por el mercado, no pasa por el estatismo. Las pruebas son tan absolutamente contundentes... Eso lo han entendido el socialismo chileno, el uruguayo, el brasileño. Hay una izquierda peruana que ya entiende eso, aunque es muy pequeñita. Ojalá con Humala ésa pasara a ser la política que se adopte. Sería una salvación.

Usted habló de Lula como modelo. Su estrategia fue de intervención fuerte del Estado.
–No tan intervencionista gracias a que el anterior presidente fue Henriquez Cardoso. Las grandes reformas que ha aprovechado Lula las hace Cardoso. El es el gran estadista.

–¿Fernando Henrique Cardoso?
–Sí.

Pero Lula no representó la continuidad respecto de Cardoso sino la ruptura.
–¡No, no, no! ¿Cómo? ¡Qué horror, qué injusticia! ¡Qué dices!

–Brasil creció y se hizo más justo con Lula.
–Pero porque la gran reforma económica, la gran reforma monetaria la hace Henriquez Cardoso. Crea las bases de una economía de mercado. Abre las fronteras de Brasil. Lo que pasa es que lo hace con discreción, con una elegancia británica porque no es un populista. Entonces Lula, que no sabía nada de economía, que no entendía absolutamente nada...

–¿Usted dice que un hombre que fue fundador del Partido de los Trabajadores y secretario general de los metalúrgicos no sabía nada de economía?
–Lula de pronto se encuentra con un país preparado gracias a la extraordinaria habilidad y la inmensa cultura de Henriquez Cardoso, que es el que abre la modernidad para Brasil, el que introduce una economía de mercado auténtica, el que hace entender a la izquierda brasileña que no hay creación de riqueza sin mercado, sin empresa privada, sin inversiones, sin integración al mundo. Y Lula, en buena hora para Brasil, sigue esa ruta.

Tal vez Lula sea considerado “tribal” por Hayek, pero Lula es el que habla de justicia social, no Cardoso.
–Hablar de justicia social no quiere decir nada...

Hayek decía que buscar la justicia social es una actitud que venía de las tribus o las hordas. ¿Lula fue tribal al poner en práctica ese principio?
–Para hacerlo hay que crear riquezas. Un país tiene que prosperar. Eso es lo que ha permitido la política de Henriquez Cardoso: que ese país prospere.

–Pero el país no creció con Cardoso, y no superó el tres por ciento anual.
–Pero creó las condiciones y empezó a crecer y se ordenó la moneda. Encontró una estabilidad que en la historia Brasil prácticamente no había tenido nunca. Esa estabilidad es fundamental para que haya una economía de mercado. ¿Cómo puede haber inversión, cómo puede un empresario proyectar su plan de trabajo, de inversiones, si la moneda está sujeta a los vaivenes permanentes como estaba cuando sube al poder Henriquez Cardoso?

-Tal vez la novedad de Lula sea que la justicia social no fue sólo un valor sino una condición de eficacia y posibilidad práctica para conseguir el desarrollo económico.
–Ahí nos estamos acercando ya, creo (risas). No hemos hablado nada de literatura, sólo una preguntita. El ideólogo no lo ha permitido (se ríe). Una entrevista tras otra... Qué barbaridad, es un ritmo estajanovista.

Es una palabra muy soviética.
Ahora que la Unión Soviética desapareció se pueden decir.

–¿Es retro, es vintage?
–He visto en Nueva York los retratos del realismo socialista y ahora resulta que la frivolidad ya los puso de moda. La frivolidad de la vanguardia hace que toda esa pintura se empiece a rescatar en las galerías neoyorquinas.

–¿Qué hubiera dicho Milton Friedman?
–Friedman era un buen lector de novelas. La única vez que conversé con él no hablamos nada de economía, sólo de literatura.

–¿Qué está leyendo usted ahora?
–El último libro de Jorge Edwards, La muerte de Montaigne. Parece una crónica histórica y después empieza a surgir la ficción.

–¿Con qué libro se quedaría?
–La guerra y la paz. Si tengo que quedarme con uno solo quizá me quedo con ése.