lunes, 12 de marzo de 2012

"SCARFACE" SE REESTRENA EN ARGENTINA (varios)

 
 

 Perdonarán la ´boutade´ pero, con el mismo conocimiento de causa adolescente como cuando la descubrimos en su estreno, Caracortada nos sigue pareciendo una película grandiosa. Tributaria, distinta y mejor que Scarface -el clasico de Howard Hawks de 1932- el filme de Brian De Palma es recargado, exagerado, nervioso; y narrativamente impecable, innovador visualmente, suntuoso en términos dramáticos. Con un Al Pacino engorilado y articuladísimo; que no tiene ni para comenzar con Paul Muni, el Tony Camonte de la película de los años 30.
Reproducimos los textos de nuestros amigos Javier Porta Fouz y y Horacio Bernades, críticos de cine argentinos, a propósito del reestreno porteño de este clásico de los 80 en versión digital restaurada.
 Oscar Contreras Morales.-

Scarface vuelve a las salas

Hay películas que se ven en el cine y que nos recuerdan por qué nos gusta el cine. Las vemos y sabemos que quedarán en la memoria, juntas, la película y la experiencia cinematográfica. Para los que por cuestiones de edad sólo habíamos podido ver Scarface de Brian De Palma en VHS o sucedáneos mejorados de cine hogareño, el reestreno del próximo jueves es un acontecimiento. Y para los que la vieron en cine y no la ven hace mucho, también. Y para los que nunca la vieron, más aún.
Scarface comienza y ya estamos en clima. La música de Giorgio Moroder, Fidel Castro, cubanos en botes hacia Miami, la información de que Castro había aprovechado para enviar a Miami no sólo a gente que buscaba reunirse con sus familiares sino también a delincuentes comunes. O extraordinarios: porque Tony Montana es alguien extraordinario. Extraordinariamente intenso, extraordinariamente necio, extraordinariamente emprendedor. Un capitalista despojado de roce, de tacto, de diques emocionales, de superyó. Un animal con el deseo de la posesión: busca el dinero, busca a la chica rubia, busca guardar a su hermana (no resguardar sino guardar, obturar). Tony Montana define el capitalismo con fruición, y critica al comunismo de forma cabalmente capitalista: siempre lo hace para ganar algo.
Tony Montana es Al Pacino, en una de las actuaciones más desbordadas y a la vez más coherentes de su carrera. Coherencia interna: su personaje es expansivo, ígneo. Coherencia total: Scarface es Brian De Palma a pleno, es decir, a pleno exceso. Muertes, sangre, planos secuencia, grúas, lenguaje, drogas, intensidad operística, ambiciones: todo es más grande que la vida. O igual de grande que un invento sublime en su ascenso y terrorífico en su caída como el sueño americano.
Claro, el sueño americano de Scarface es un sueño podrido, terminal. Una legendaria y trágica montaña de cocaína.
Scarface de De Palma fue nominada a la siguiente cantidad de premios Oscar: cero. Y recibió unas cuantas críticas muy negativas. Por si esto fuera poco, De Palma fue nominado como "peor director" en esos premios llamados Razzie. La película ganadora del Oscar ese año fue La fuerza del cariño . Este dato es para los que creen que sólo en estos últimos años los Oscar han caído en el disparate.
Otro dato: el guión es de Oliver Stone, mucho antes de que en Comandante (2003) se fascinara hasta lo indecoroso entrevistando de forma acrítica a Fidel Castro. Y otro: en Scarface vemos uno de los primeros papeles importantes de Michelle Pfeiffer, que venía de protagonizar la inefable Grease 2.
Y otro: De Palma dedica su película a Howard Hawks y al guionista Ben Hecht. ¿En qué medida Scarface cosecha De Palma 1983 es una remake de la Scarface cosecha Howard Hawks 1932? Si no vieron la de Hawks/Hecht, es imperioso que la busquen. Por un lado porque también es magistral, y por otro para ver que la de De Palma está bien lejos de ser una remake. Más bien se trata de encarnaciones estéticamente (muy) distintas del sueño del poder (veloz) en cada época.
Hay mucho más para decir de Scarface , una película grande, prodigiosa, expansiva, perdurable. Pero no sigamos el camino del exceso de Tony Montana. Agreguemos que la película se reestrena en más de veinte cines con copias digitales de alta definición. Y algo más: a diferencia del reciente reestreno de El padrino , cuya versión digital mostraba algunas imperfecciones en cuanto a la nitidez de varias secuencias, la copia digital de Scarface es excelente y ayuda al impacto. Al impacto intelectual, emocional y físico propio de un De Palma desencadenado.Ver Scarface hoy es ver a De Palma en la cima de sus facultades artísticas, un genio barroco que bien podría hacer suya la frase de Tony Montana: "Siempre digo la verdad, incluso cuando miento".

Por Javier Porta Fouz
Fuente: La Nación
Más información: www.lanacion.com.ar

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De la censura y el escarnio a la cima del canon

Del desprecio a la estimación, de la estimación al culto, del culto al videogame y del videogame al canon viajaron Tony Montana y los suyos, en un par de décadas. Estrenada en Argentina como Caracortada, en mayo de 1984, el reestreno del jueves próximo devolverá a Scarface su título original. No es casual: Scarface (la de De Palma, se entiende; a la original de los años ’30 sólo los cinéfilos veteranos la conocen) pasó a ser, de los noventa para acá, toda una marca registrada. Hecho curioso, teniendo en cuenta que en el momento de su estreno fue denigrada, vituperada, considerada ridícula, vacua y explotativa. En EE.UU., al menos. El aura maldita de Scarface comenzó a pulirse en el momento en que la Motion Picture Association of America amenazó con colgarle una X a la película. Categoría posteriormente abolida (reemplazada por la “No apta para menores de 17 años, incluso acompañados”), lo más era que la X no permitía publicitar la película. O sea, una defunción anunciada. Por eso Brian De Palma aceptó presentarla con cortes, no una vez sino tres. Hasta que se hartó y empezó una campaña para denunciarla como un caso de censura. Una oferta imposible de rechazar: la MPAA aceptó bajarle la pena a la R de Restricted, y estuvo lista para el estreno. Con buen pronóstico, teniendo en cuenta que no hay mejor publicidad que los escandaletes previos. El pronóstico no se cumplió. Estrenada en Nueva York en 1983, de la avant première se cuenta: a Cher le gustó; a Lucille Ball no: demasiada violencia y palabrotas; Dustin Hoffman se durmió; Kurt Vonnegut y John Irving se marcharon ofendidos; durante la proyección, Martin Scorsese le comentó a Steven Bauer (que hace de Manny Ribera, el mejor amigo de Tony Montana) que la película estaba bárbara, pero que se prepararan para Hollywood, “porque la película habla de ellos”. A la mañana siguiente, los diarios no confirmaron la profecía scorsesiana. Le reprochaban el exceso de sangre y de groserías verbales, tal vez sin comprender que el exceso era la clave misma de sentido (y de estilo) de la película. Hubo excepciones como la de Vincent Canby, por entonces crítico estrella de The New York Times, y de Roger Ebert, que le puso cuatro estrellas sobre cuatro. Para la crítica de su país, el autor de Magnífica obsesión y Vestida para matar siempre fue un grasa, un copión (de Hitchcock), un estilista insustancial. A los críticos franceses les resultó más fácil entender, por el mismo motivo por el cual a sus colegas del otro lado del Atlántico no. Pero al revés: ellos siempre vieron en Brian De Palma a uno de los tipos más talentosos de su generación y Scarface lo confirmaba. Aquí la recepción se dividió entre cronistas “a la americana” y críticos “a la francesa”.
Pero la recepción inicial fue mutando de modo asombroso, a medida que la película comenzó a emitirse por televisión (con media hora de cortes y eliminación sistemática de la palabra fuck, que en la versión original se repite más de doscientas veces) y a editarse en VHS, DVD y Blu-ray. Desde fines de los ’90, la cultura gangsta hizo de ella uno de sus mayores objetos de culto. Para rappers como Sean Combs y Snoop Dog, la película es un referente estético, ético y modélico. Centenares de hip-hoppers son capaces de imitar cada inflexión, cada frase y cada traje de los que Pacino usa en la película. En febrero del año pasado comenzó a operar, en Bélgica, una banda de asaltantes a la que se le puso por nombre The Scarface Gang: uno de sus miembros asiste a los asaltos vestido como Tony Montana. Crímenes más virtuales proponen Scarface: The World is Yours y Scarface: Money, Power, Respect, videogames lanzados al mercado, producto de tanto culto. No se sabe si por la misma razón, o alguna otra, en 2008 el American Film Institute (algo así como la Academia de la Lengua de Hollywood) canonizó finalmente el mismo film que un cuarto de siglo atrás había sido denigrado, entre las diez mejores películas de gangsters de todos los tiempos.

Por Horacio Bernades
Fuente: Página 12
Más información: www.pagina12.com.ar

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