lunes, 31 de agosto de 2015

MAGALLANES (Perú, 2015) de Salvador Del Solar









Raoul Walsh, el excepcional director norteamericano de la época de oro de Hollywood, decía: "Si no tienes una Historia no tienes nada".

Ricardo Bedoya, en una entrevista concedida al portal Cinencuentro, a propósito de la publicación de su libro EL CINE PERUANO EN TIEMPOS DIGITALES (Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima, 2015), señala que el cine es impuro y que puede ser muchas cosas: narración, ensayo, registro documental, diario o todo a la vez.

Para 1895, cuando todo comenzó, el cine era la síntesis de las artes finiseculares: la fotografía, el teatro, la ópera, la novela decimonónica, el folletín, la pintura, etc. Y, desde temprano, los productores y realizadores cayeron en la cuenta que las películas ajustadas a los términos narrativos tradicionales, terminaban siendo más coherentes, articuladas, potables, populares, exitosas y reconocidas. El cine narrativo se mundializó a la vez que se consolidaba el lenguaje audiovisual y el cine se despegaba de la representación teatral y/ode  la transposición literaria.

Cuando se tiene a la vista una película como MAGALLANES (Perú, 2015) de Salvador Del Solar, se valora el poder de la narrativa audiovisual; el poder de la edición que fluidifica el relato; la posibilidad de construir atmósferas transponiendo en imágenes los sentimientos de los personajes; la oportunidad de penetrar en la verdad a través de la dirección de actores (porque la actuación es el lugar al que pertenece Del Solar) y, sobre todo, instrumentalizando el poder de una buena historia.

A partir del relato LA PASAJERA del escritor Alonso Cueto, Del Solar desarrolla una cinta clásica, de trazado recto, donde se alterna el suspenso, la memoria, el desarraigo, la necesidad de saldar cuentas, de ajusticiar, de purgar culpas. MAGALLANES es un filme de postguerra (como DÍAS DE SANTIAGO, como PARAÍSO, como los 10 primeros minutos de PALOMA DE PAPEL, etc.), sobre ex miltares y sobre víctimas de la guerra antisubversiva, en Ayacucho, en los años 80; que terminaron desplazados a la Lima actual, próspera e industriosa, escondiendo su derrota, su dolor, su mediocridad; embalsando la ira y la miseria.

MAGALLANES tiene una secuencia disparadora esencial: una víctima inocente de aquellos años aborda un taxi (uno de esos cientos de miles de taxis que circulan por Lima) y es reconocida silenciosamente por el conductor. Un perdedor que comienza el camino hacia la redención mientras se activa el recuerdo intenso y doloroso de la víctima. En tanto se escucha en boca de varios de los personajes una frase antitética y sintomática: "Por favor, es mejor olvidar....olvídelo". 
Salvador del Solar ha logrado una ópera prima solvente. El relato de suspenso sobre unos personajes que recuerdan intensamente no ha implicado un filme llorón ni una película política adocenada, que restriega una y otra vez la herida hasta hacerla sangrar. No. Del Solar planifica, innova, asume riesgos, convoca a actores amigos como Damián Alcazar (que está notable), y Federico Luppi, y Magaly Solier y Bruno Odar (en un rol secundario contundente) y consigue un relato urbano convincente sobre personajes reconocibles.

(Oscar Contreras Morales)